Existen espacios que siempre nos reciben con los brazos abiertos sin importar cuánto viajemos. Esos lugares que reconocemos, por su olor, por la luz, o por el contacto con un cojín. Nuestro hogar es más que una composición de paredes; es el punto donde encontramos bienestar, identidad y equilibrio. En el podcast del Club de los 60 de la Junta de Castilla y León, el arquitecto Miguel Ángel Fonseca dijo cómo hay que construir y mantener las viviendas como espacios confortables, saludables y accesibles, sobre todo para las personas mayores. Su mensaje fue claro: vivir bien empieza por habitar bien.
2UN HOGAR SIN BARRERAS

En la medida en que vamos viviendo más años, van variando las necesidades de las personas, aunque el deseo de independencia permanece intacto. En este sentido, la accesibilidad no es un lujo, sino una condición necesaria para seguir disfrutando de la vida cotidiana de manera independiente. Tal y como recuerda Fonseca, el aumento de la esperanza de vida nos hace reconsiderar la arquitectura en términos de una mirada inclusiva capaz de adaptarse a las limitaciones físicas sin renunciar a la estética ni el confort.
Pequeños gestos pueden ser de gran ayuda. Así, cambiar las bañeras por platos de ducha, instalar puertas correderas o colocar las alfombras son sencillos cambios que ayudarán a no caer y a mejorar el movimiento. También sugiere marcar los suelos con texturas o colores diferentes, lo que resultará útil para aquellos con problemas de visión. En suma, son intervenciones que podemos considerar actos de cuidado que nos servirán para proseguir con la autonomía dentro del hogar.
El arquitecto también pone el acento en el valor de las necesidades comunes. Un edificio accesible empieza por un portal sin barreras, un ascensor a pie de calle y pasillos abiertos que invitan a transitar sin miedo. Puede parecer un pequeño detalle, pero unos pocos peldaños pueden provocar que la persona que utiliza bastón o silla de ruedas se lo piense dos veces.
Vivir bien es una cuestión de contrastes. De mantener el aire limpio, la luz en su justa proporción y la temperatura adecuada. Cualquier hogar confortable mejora la salud, promueve la convivencia y nos brinda el gusto de estar en casa. Si además ese lugar está libre de barreras, está pensado para seguir con nosotros a lo largo del tiempo, podemos decir que hemos tocado la arquitectura del bienestar.