martes, 14 octubre 2025

David Azañón, exPolicía Nacional: «La corrupción en España es endémica es algo intrínseco a este sistema, no se puede separar el Estado español de la corrupción»

En España, la palabra corrupción se ha convertido en una constante que atraviesa gobiernos, instituciones y cuerpos del Estado. Lo que para muchos es un fenómeno circunstancial, para otros, como el exPolicía Nacional David Azañón, es algo mucho más profundo. “La corrupción en España es endémica, es algo intrínseco a este sistema. No se puede separar el Estado español de la corrupción”, afirma.

Su testimonio refleja el desencanto de una parte del cuerpo policial que, según él, ve cómo los valores de profesionalidad y servicio público se desdibujan entre intereses políticos, favoritismos y silencios obligados. Azañón asegura que “cuando entra un nuevo gobierno, las cúpulas policiales se renuevan enteras. Ponen a los suyos, a quienes se callan”. Esa práctica, repite, consolida una corrupción estructural que se perpetúa sin que nadie asuma responsabilidades.

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Un sistema que se resiste a cambiar

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El exagente relata que su paso por diferentes destinos le permitió conocer de cerca cómo la corrupción se disfraza de rutina. Desde decisiones injustas hasta ascensos condicionados por afinidades políticas, Azañón describe una maquinaria que premia la obediencia y castiga la independencia. “Hay comisarios que no ascienden porque no son ni de rojos ni de azules. Son profesionales, y eso hoy no se valora”, comenta.

Incluso recuerda haber renunciado a un puesto en el extranjero cuando no se reconoció la labor de un subordinado. “Yo ganaba siete mil euros al mes, pero dimití porque no se premió a quien lo merecía. Si mi trabajo no vale para nada, me voy. Pero aquí nadie dimite”.

Azañón sostiene que la falta de ética ha contaminado todas las áreas del Estado, desde la administración pública hasta la justicia. En su relato, menciona casos antiguos y recientes que, según él, demuestran la profundidad del problema. “Hay una troyanización de la administración de justicia, contratos millonarios y silencios bien pagados”, dice, sin ofrecer nombres concretos, pero con tono firme.

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