Amador Mohedano ha regresado a los focos mediáticos en un momento en el que, como suele ocurrir con la familia de Rocío Jurado, las polémicas nunca descansan. En esta ocasión, el hermano de “La Más Grande” ha decidido volver a sentarse en un plató de televisión, concretamente en el programa “¡De Viernes!”, después de un año marcado por los problemas de salud que lo llevaron a ingresar en un hospital de Jerez de la Frontera.
1La reaparición de Amador Mohedano

Con 72 años, el tío de Rocío Carrasco ha reaparecido con fuerzas renovadas y con un discurso cargado de reproches, lo que sin duda ha generado expectación en una audiencia acostumbrada a ver cómo esta saga familiar ventila sus conflictos en público. Lejos de mostrarse conciliador, Amador ha utilizado palabras muy duras hacia su sobrina, a quien no duda en llamar “canalla” y de la que asegura que está “abducida” por Fidel Albiac, al que califica sin rodeos como “un listillo y un aprovechado”. Estas declaraciones, aunque previsibles dentro del clima de enfrentamiento que caracteriza a los Mohedano y Carrasco, han vuelto a incendiar los titulares y a confirmar que el recuerdo de Rocío Jurado sigue siendo utilizado como motor de interés mediático.
En este contexto, Amador no solo ha cargado contra Rocío Carrasco, sino que también ha insistido en responsabilizar a Fidel Albiac de la distancia que existe entre los miembros de la familia. Según él, la hija de la cantante se encuentra completamente influenciada por su marido, a quien señala como el verdadero artífice de las decisiones que la han llevado a alejarse de su entorno más cercano. El tono empleado por Mohedano, plagado de resentimiento, ha sido recibido con sorpresa por algunos, aunque otros lo consideran parte de un guion ya conocido: familiares de Rocío Jurado que se señalan mutuamente y que convierten cada aparición televisiva en un espectáculo de acusaciones, lágrimas y descalificaciones. Resulta inevitable reflexionar sobre cómo, dos décadas después de la muerte de la artista, la memoria de la chipionera se encuentra atrapada en un circo mediático del que parece imposible escapar. El propio Amador, que durante años gestionó parte de la carrera de su hermana, ahora se sienta en un plató a cambio de un cheque para hablar mal de su sobrina y de su yerno, perpetuando una dinámica que degrada tanto a los protagonistas como a la figura de quien en vida fue considerada una de las mejores voces de España.