miércoles, 8 octubre 2025

Lorena, empresaria española: “Una vez cobré 700 euros por un tatuaje de cuatro palabras”

En España, el sector del tatuaje mueve cerca de 200 millones de euros al año, una cifra que demuestra el auge de un arte que ya ha dejado de ser marginal para convertirse en un fenómeno social y económico. Sin embargo, detrás del brillo de las tintas y las pieles ilustradas, se esconde una realidad mucho más compleja de lo que muchos imaginan.

El tatuaje es pasión, pero también es negocio. Y como todo negocio, tiene sus luces y sombras: la competencia feroz, la inversión inicial, los gastos fijos, y un sinfín de detalles que determinan si un artista puede vivir bien de su oficio o apenas sobrevivir entre agujas.

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Intrusismo, formación y la verdad detrás del arte del tatuaje

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Fuente: agencias

El mundo del tatuaje no solo se enfrenta a los retos económicos. Uno de los mayores problemas del sector es el intrusismo, es decir, personas que tatúan sin formación ni medidas higiénicas básicas. “Hay quien trabaja desde casa, sin seguros ni control sanitario. Es una irresponsabilidad, no solo con la profesión, sino con la salud del cliente”, denuncia Lorena.

En España, para ejercer legalmente como tatuador se exige el título higiénico-sanitario, un curso breve que enseña los fundamentos de la desinfección y el manejo de materiales. Sin embargo, no existe aún una regulación unificada que garantice la calidad artística o técnica. Algunas comunidades, como Andalucía, ya trabajan para exigir experiencia previa, mientras que en otras basta con tener el dinero necesario para abrir un local.

El auge del tatuaje también ha traído consigo un fenómeno paralelo: la eliminación. Cada vez más personas deciden borrar lo que en su momento parecía eterno. En el estudio de Lorena, el 30% de los servicios mensuales corresponden a borrar tatuajes, un proceso que requiere entre 8 y 12 sesiones y puede costar más de 300 euros.

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