lunes, 6 octubre 2025

Roger, futuro enfermero: “Mi generación tiene mucho que aprender de quienes ya han vivido”

En una sociedad que persigue lo instantáneo, perderse un rato para escuchar a otra generación, a quienes han hecho más camino, parece un acto casi de revolución. El tercer episodio del pódcast La buena vibra de Som Salut Mental 360, presentado por el actor Octavi Pujades, nos propone reflexionar sobre lo que nos pueden aportar las personas mayores y la consideración que tenemos de su conocimiento. En el diálogo que mantienen Enri (67 años) y Roger (21 años) se integran dos generaciones que, sin encontrarse, lo hacen.

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LA EXPERIENCIA QUE ENSEÑA

Roger, futuro enfermero: “Mi generación tiene mucho que aprender de quienes ya han vivido”
Fuente: Freepik

Cuando Enri evoca cómo, con los años, sus hijos aprendieron a valorar los consejos que ella les daba, se representa una realidad universal. A medida que crecemos, comprendemos que la experiencia no se relaciona con la edad, sino con haber tenido vivencias físicas. Ella misma reconoce que los jóvenes suelen contemplar a los mayores con un punto de distancia, tal vez porque en el paso de la adolescencia se atraviesa esa fase de rebelión durante la cual una cree saberlo todo; no obstante, el tiempo acaba mostrando que, en la vida, correctos y errores hacen evidente que los mayores no hablan desde la teoría, sino desde la práctica.

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Roger coincide -incluso desde su juventud, como parte de otra generación- cuando dice que, muchas veces, se da cuenta de que ciertas advertencias que le hacían su madre o su abuela eran ciertas. Desde luego escuchar a los mayores no es fácil, pero ignorarlos puede tener un precio elevado: repetir los mismos errores. Esta sentencia suena con mucho peso cuando Roger reclama al recuerdo a su profesor de historia que siempre decía que quien no sabe los pasados está condenado a repetirlos. Esa es, tal vez, la gran enseñanza de la experiencia: el poder evitar pasajes ya cruzados y aprender de lo vivido por los demás.

Ambos también dicen coincidir en el hecho de que la sociedad presente no siempre hace justicia a la sabiduría de los ancianos. En las localidades, donde las relaciones se perciben de mejor manera, todavía hay un espacio para el respeto a la figura del abuelo o de la vecina mayor, caso en que las grandes urbes han deshumanizado con ello los lazos, poniendo la vida cotidiana como algo más impersonal. Enri lo explica con facilidad incluso: en un pueblo, si no ves a tu vecino durante días, llamas a su puerta para averiguar si se encuentra bien; en Barcelona o en Madrid, ni tan siquiera se atreve a saludar al vecino del lado.

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