La sociedad contemporánea se enfrenta a un doble reto que requiere de innovación: por un lado, el envejecimiento demográfico y, por otro, la tarea de asegurar el hecho de que todas las personas vivan con dignidad y autonomía cuando requieren apoyo. En este contexto se encuentra el Ministerio de Derechos Sociales, que ha puesto en marcha un ambicioso proyecto, el de crear un centro de innovación social mediante la tecnología que permita realizar la atención para potenciar el cuidado y la autonomía personal.
2RETOS, INNOVACIÓN Y EXPECTATIVAS DE FUTURO

Si bien la potencia es el reclamo y el motor, no hay que olvidar el hecho de que las carreteras no siempre estarán pavimentadas y lisas. Uno de los principales obstáculos con los que nos encontraremos será todo lo relacionado con que las tecnologías que se conciban lleguen a ser comprensibles, accesibles, aceptadas por quienes las utilizarán. La brecha digital, la actitud de rechazo y, por qué no decirlo, la falta de formación, exigencia mayor de la esperada en quienes utilizan las soluciones propuestas, pueden frenar la llegada a puerto de estas propuestas que habrían visto la luz con las mejores intenciones.
Esto conllevará pensar en dotar a cada innovación tecnológica de ejemplos de interfaz de usuario adecuados, profesionales capaces de hacer soporte técnico y, en cierta medida, generar una cultura de acompañamiento. Otro de los elementos importantes se refiere a los problemas de financiación, de sostenibilidad y de adaptación normativa. Las innovaciones deben ser escalables e integrarse en la estructura del propio sistema público de cuidados desde el momento de salida, de manera que las reformas legales son fundamentales.
En este sentido, el proyecto se irá introduciendo en el marco de una futura reforma de la ley de dependencia y discapacidad, en la que el eje principal será el de reconocer la innovación social como «estratégica» para garantizar justicia, equidad y eficacia. Sin un marco regulador concreto, varias propuestas podrían quedar como interesantes experimentos o experiencias sin ninguna proyección real.
No menos crucial será la evaluación del impacto real sobre la calidad de vida. Más del 10% de la población española ya precisa de apoyos o de cuidados: esta cifra cambiará de forma exponencial debido al incremento de las demandas vinculadas al envejecimiento de la población. No bastará con tener más dispositivos o más servicios.