Pedir agua en un avión parece el gesto más inofensivo y saludable que puedes hacer durante un vuelo, pero la revelación de Soledad Botoe, una azafata con 45 años y una vida entera en las nubes, lo cambia todo. «Jamás pidas agua del grifo en un avión», advierte con una rotundidad que hiela la sangre y es que, según ella, la razón te revolverá el estómago y está en los depósitos de la aeronave. ¿Qué se esconde realmente en ese vaso que pides para mantenerte hidratado a 10.000 metros de altura?
La advertencia de Botoe resuena con fuerza en los oídos de cualquier viajero frecuente y destapa una realidad incómoda que muchos prefieren ignorar al subirse a una aeronave. Lo que para nosotros es un simple trayecto aéreo para ella es una oficina con secretos, y este es uno de los mejor guardados, porque la verdad sobre la higiene de esos tanques podría hacer que te lo pienses dos veces antes de volver a solicitarla. Prepárate, porque lo que estás a punto de leer puede cambiar para siempre tu manera de volar.
¿DE DÓNDE VIENE REALMENTE EL AGUA QUE BEBES?
Imagínate un complejo sistema de tuberías y tanques interconectados que recorren las entrañas del fuselaje, muy lejos de la pulcritud que aparenta la cabina. El agua que sale del grifo, tanto del baño como la que usan para ciertas bebidas, proviene de ahí, y según la cruda experiencia de Soledad Botoe, los tanques donde se almacena no se limpian con la frecuencia que todos desearíamos. Esto abre un interrogante que inquieta a cualquiera que se preocupe por su salud durante el viaje en avión.
El problema no es el agua en su origen, que suele ser potable, sino el almacenamiento y el recorrido que hace hasta tu vaso. La normativa exige una desinfección periódica de este sistema, pero la realidad operativa de las aerolíneas es otra, como confirma Botoe, pues el mantenimiento de estos depósitos a menudo se pospone para no afectar a la puntualidad de los vuelos. Un detalle que, sin duda, te hará mirar con otros ojos a la tripulación la próxima vez.
LA LIMPIEZA DE LOS DEPÓSITOS: UN SECRETO A VOCES

Dentro del sector, la calidad del agua es un tema recurrente y una preocupación que muchos tripulantes de cabina comparten en privado. La confesión de Soledad Botoe simplemente pone voz a un temor generalizado en la profesión, ya que la acumulación de sedimentos y la posible proliferación de bacterias son un riesgo real en sistemas que no se purgan adecuadamente. Unas palabras que resuenan con la fuerza de la experiencia de quien conoce las interioridades del gigante del aire.
Estudios realizados por agencias de salud en el pasado ya han señalado deficiencias en el agua de algunas aerolíneas, validando la advertencia de Botoe. Aunque las compañías aseguran cumplir con los protocolos, la logística de una flota entera de aeronaves es compleja, y como ella misma sugiere, la presión por mantener los horarios de vuelo puede llevar a que los ciclos de limpieza se espacien más de lo recomendable. Un hecho que nos lleva directamente a la siguiente duda.
SI EL AGUA ES MALA, ¿QUÉ PASA CON EL CAFÉ O EL TÉ?
La lógica es aplastante y desoladora: si el agua del grifo no es fiable, tampoco lo serán las bebidas que se preparan con ella. Ese café o té que pides para despertarte o relajarte durante el vuelo se elabora con el mismo líquido de los depósitos, y la azafata es clara al respecto, ya que la máquina de café no calienta el agua lo suficiente como para matar todas las posibles bacterias presentes. Por tanto, estás asumiendo exactamente el mismo riesgo.
Es una revelación que cae como un jarro de agua fría, nunca mejor dicho, para los amantes de estas bebidas a bordo. El consejo de Soledad Botoe se extiende, por tanto, a cualquier producto que no venga envasado y sellado de fábrica, pues la única garantía de estar bebiendo algo seguro es evitar todo lo que haya estado en contacto con el sistema de agua de la aeronave. Parece una medida drástica, pero su fundamento es puramente preventivo y basado en décadas de experiencia.
¿QUÉ BEBEN ENTONCES LOS QUE MÁS SABEN DEL TEMA?

¿Alguna vez te has fijado en qué beben los auxiliares de vuelo durante un trayecto largo? Rara vez, o nunca, los verás servirse un vaso de agua del grifo o prepararse un café con la misma cafetera que usan para los pasajeros. La experiencia de Soledad Botoe confirma lo que muchos sospechan: ellos suelen llevar su propia agua embotellada o consumen únicamente bebidas enlatadas. Un gesto que lo dice todo sin necesidad de palabras.
Esta costumbre no es una manía, sino una medida de autoprotección forjada tras años de conocer el funcionamiento interno de las aerolíneas. La tripulación es la primera interesada en mantenerse saludable para poder atender a los pasajeros, y como bien apunta Botoe, evitar el agua de los depósitos es una regla no escrita entre los profesionales del aire. Su ejemplo es, probablemente, la recomendación más poderosa que cualquier pasajero puede recibir.
LA ÚNICA BEBIDA QUE DEBERÍAS PEDIR (Y NO ES LA QUE PIENSAS)

La próxima vez que la sed apriete en pleno vuelo, no lo dudes. La recomendación de la veterana azafata es pedir siempre agua embotellada, refrescos de lata o cualquier otra bebida que venga precintada. Aunque pueda parecer una obviedad, la seguridad de un producto sellado de fábrica te aísla por completo del sistema de agua del avión. Es la única forma de tener la certeza absoluta de que lo que ingieres es totalmente salubre.
Así que, la próxima vez que te ofrezcan algo de beber, recuerda la advertencia que lo cambió todo: «Jamás pidas agua del grifo». Tu estómago y tu tranquilidad te lo agradecerán durante todo el viaje aéreo. La experiencia es un grado, y en este caso, hacer caso a los que viven en las nubes es la decisión más inteligente para garantizar tu bienestar. Un pequeño cambio de hábito que marca una gran diferencia.