sábado, 4 octubre 2025

Marian Rojas Estapé (41 años), psiquiatra infantil: «El 90% de los problemas de comportamiento en niños tienen que ver con la inconsistencia emocional de los adultos que los rodean»

- Marian Rojas Estapé destaca la importancia de los límites firmes y amorosos en la crianza infantil.

La psiquiatra Marian Rojas Estapé, con más de 20 años acompañando a familias, lo resume con una claridad que impacta: la mayoría de los problemas de comportamiento infantil no nacen en los niños, sino en la inconsistencia emocional de los adultos. No se trata de niños rebeldes por naturaleza, sino de pequeños que responden a las señales confusas que reciben de quienes los educan.

“La neuroplasticidad del cerebro infantil está diseñada para adaptarse al ambiente, no para rebelarse”, explica. Esa flexibilidad, que es una ventaja, también significa que cuando los mensajes de los adultos son contradictorios, los niños lo reflejan con conductas desafiantes o caóticas.

Publicidad

La neurociencia de los límites

El córtex prefrontal, la parte del cerebro que nos ayuda a controlar impulsos y tomar decisiones, no madura hasta los 25 años. Por eso, durante la infancia y la adolescencia, los límites no son sugerencias opcionales: son el auténtico GPS que guía a los niños.

Un límite es seguridad; un castigo es nuestra reacción emocional”, insiste Rojas Estapé. Cuando un adulto grita o pierde los nervios, el niño no aprende nada útil: solo activa su sistema de miedo y bloquea el aprendizaje. Sin darse cuenta, muchos padres terminan educando desde la reactividad, repitiendo viejos patrones de su propia infancia.

Identidad y comportamiento: dos planos diferentes

Crianza con limites Merca2.es
Los niños absorben las emociones de los adultos que los rodean. Fuente:Canva

“Tu hijo no no es malo cuando se porta mal, tu hijo tiene un comportamiento inadecuado”, subraya la especialista. La diferencia es enorme: no es lo mismo etiquetar al niño que señalar su acción.

Decir “eres desordenado” golpea su identidad; decir “tu cuarto está desordenado” pone el foco en lo que puede cambiar. Ese pequeño matiz es la línea que separa la corrección constructiva de la herida emocional.

Incluso el elogio mal planteado puede ser un arma de doble filo. Frases como “eres muy listo” pueden condicionar tanto como un reproche. Rojas Estapé propone elogiar el esfuerzo y el proceso: “veo cuánto te esforzaste”, “me gusta cómo lo intentaste”. Eso es lo que fortalece la resiliencia y alimenta las ganas de aprender.

Autorregulación parental y berrinches

Autorregulacion emocional Merca2.es
El 90% de los problemas infantiles tienen origen en la inconsistencia adulta. Fuente:Canva

Los niños son auténticas “esponjas emocionales”: absorben lo que sienten sus padres. “No puedes enseñar calma si vives en caos”, resume la psiquiatra. Para ayudar, propone el semáforo emocional para adultos: verde (tranquilo), amarillo (alterado pero con control) y rojo (desbordado). Si uno está en rojo, lo más sabio es reconocerlo: “Necesito cinco minutos para calmarme y después hablamos”.

Respecto a los berrinches, lo aclara sin rodeos: no son manipulación, son desregulación emocional. Durante esos momentos, la amígdala toma el control y la parte racional del cerebro se desconecta. Intentar razonar o castigar no tiene sentido. Lo que funciona es acompañar: “Veo que estás muy molesto, estoy aquí contigo. Cuando estés listo, te escucho”. Esa es la corregulación, el primer paso hacia la autorregulación.

Consistencia y consecuencias

La inconsistencia es uno de los mayores enemigos de la crianza. Si hoy se permite algo y mañana se prohíbe, el niño aprende que las normas se pueden negociar. Los límites deben ser claros, firmes y amorosos para generar seguridad.

En lugar de castigos arbitrarios, la especialista recomienda consecuencias relacionadas. Por ejemplo: si un niño no cuida sus juguetes, la consecuencia lógica es no poder usarlos hasta que los respete. “La disciplina significa enseñar; el castigo, en cambio, mira hacia atrás”, recuerda.

Crianza consciente: el legado de los límites

YouTube video

El propósito real de la crianza no es dar felicidad inmediata, sino enseñar a ser feliz a largo plazo. Y eso implica aceptar la frustración y la decepción como maestras de vida.

Un límite nunca es traumático si se pone con amor y consistencia. Es, al contrario, un regalo de fortaleza emocional permanente”, asegura Rojas Estapé. Un niño con límites claros no se siente reprimido, sino protegido. Sabe que hay un adulto a cargo, y esa certeza multiplica su autoestima y su capacidad de concentración.

Para ella, cada límite amoroso es más que una norma: es una oportunidad de romper cadenas de crianza reactiva y abrir paso a nuevas generaciones conscientes. “No se trata de criar hijos perfectos –concluye–, sino de enseñarles a navegar la vida con calma, valentía y amor”.


Publicidad