sábado, 4 octubre 2025

Fran Segura (42 años), pastelero: «Me parece curioso que las tendencias nunca se van a ingredientes baratos»

La pastelería vive un momento apasionante, en el que tradición y creatividad se encuentran en equilibrio constante. Dentro de este escenario, destaca la figura de Fran Segura, un pastelero alicantino que ha sabido conquistar a los amantes del dulce con propuestas únicas y llenas de personalidad. Su sello son los éclairs, piezas que combina con sabores mediterráneos y guiños internacionales, siempre en búsqueda de la excelencia.

Con 42 años, este pastelero ha llevado su pasión más allá de Alicante, proyectando su trabajo hacia Madrid, Valencia y distintas ciudades del mundo. Desde su obrador apuesta por ingredientes frescos, de temporada y de calidad, defendiendo una pastelería del día, pensada para disfrutarse en su mejor momento.

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Creatividad frente a las tendencias

Fuente: agencias

El pastelero alicantino no duda en señalar los riesgos de seguir ciegamente las modas. Ingredientes como el pistacho, que se ha vuelto omnipresente en todo el mundo, son un ejemplo de cómo lo especial puede perder su esencia al masificarse. Lo mismo ocurre con la fiebre por las tartas de queso: para Segura, repetir lo que todos hacen limita el ingenio y mata la verdadera creatividad.

Por ello, lanzó “Ingeniocidio”, una colección que juega con esa crítica a las tendencias que ahogan la originalidad. Con su propuesta, este pastelero reivindica la necesidad de arriesgarse y de diferenciarse, no solo en la pastelería, sino en cualquier ámbito creativo. “La pastelería no es un problema para la salud, sino un final feliz para la comida”, afirma, recordando que la clave está en el equilibrio y en valorar lo artesanal frente a lo industrial.

Más allá de sus éclairs, su catálogo incluye elaboraciones temporales como la tarta de manzana, el panettone o el tradicional Roscón de Reyes, al que defiende por encima de las modas importadas. Cada producto se diseña con un mismo objetivo: emocionar al cliente y mantener viva la esencia del oficio de pastelero.

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