sábado, 4 octubre 2025

Ducharse sin prisa y con sentido: el secreto de una piel sana en la vejez

Conforme aumentan los años, el cuidado de la piel y la higiene diaria, como la ducha o el cepillado de dientes, decaen de una nueva forma: no podemos hacer más de lo que hacíamos de jóvenes, pues el cuerpo no responde igual. En mayores de 65 años la piel pierde elasticidad y disminuye la producción de aceites que desempeñan un papel de protección, lo que hace que el exceso o el defecto de limpieza puedan tener efectos adversos de no encontrar un punto medio adecuado en la rutina de la ducha: no es capricho, sino un ejercicio de salud ineludible.

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LA DUCHA IDEAL, CADA DOS O TRES DÍAS

Ducharse sin prisa y con sentido: el secreto de una piel sana en la vejez
Fuente: Freepik

Para la gente mayor, ducharse cada día puede ser contraproducente. El agua caliente y los jabones normales tienden a eliminar el manto lipídico que protege la piel, favoreciendo una piel seca, descamada, pruriginosa y expuesta a lesiones menores o infecciones. De acuerdo a los datos de los estudios dermatológicos, la frecuencia más aconsejable es justo ducharse cada dos o tres días, ritmo de ducha que permite contener el sudor, las bacterias y los olores, sin menoscabo de la integridad cutánea.

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En los días en los que no se haga una ducha completa conviene tener muy en cuenta la higiene puntual de zonas específicas como las axilas, los pies o la región genital, de tal manera que una higiene puntual favorece la eliminación de olores y la sensibilidad sin someter la piel a agresiones innecesarias. Al final, el equilibrio consiste en no oscilar entre dos extremos: una ducha diaria agresiva o una espera larga que favorece las infecciones cutáneas y las molestias.

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