viernes, 3 octubre 2025

La DGT odia que sepas esto: el único recurso legal que gana el 90% de las multas de velocidad y que tu abogado no te está contando

El secreto para anular sanciones de velocidad que el sistema no quiere que conozcas. Un fallo en la verificación de los radares es la clave para un recurso casi siempre ganador.

La DGT odia que sepas esto, y es muy probable que hasta ahora nadie te lo haya contado con la claridad que mereces. Cada año, miles de conductores reciben en su buzón una notificación que les amarga el día, la semana y, a veces, el mes entero. Hablamos de las multas de velocidad, claro, pero lo que realmente duele es la sensación de indefensión, de que no hay nada que hacer. Pero, ¿y si te dijera que te equivocas? ¿Y si existiera una grieta en el sistema, un as en la manga que te devuelve el control? Sigue leyendo, porque lo que viene a continuación puede ahorrarte mucho dinero y más de un disgusto al tratar con la Dirección General de Tráfico.

El truco no está en buscar excusas peregrinas ni en negar la evidencia, sino en algo mucho más simple y demoledor que pone en jaque al propio sistema. La clave, esa que la DGT prefiere que ignores, se esconde en un simple papel, un documento que convierte su prueba principal en papel mojado. Y es que, aunque parezca increíble, existe un recurso legal que la mayoría de conductores desconoce y que gana la batalla en un porcentaje altísimo de los casos. Lo mejor de todo es que no necesitas ser un experto en leyes para utilizarlo y cambiar las tornas a tu favor.

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EL SOBRE QUE NADIE QUIERE RECIBIR

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Todos conocemos ese momento. Llegas a casa, revisas el correo y ahí está: un sobre con el logotipo de la Dirección General de Tráfico o de un ayuntamiento. El corazón se te encoge al ver el logotipo que confirma tus peores sospechas: una multa está en camino. Al abrirla, una foto de tu coche, una velocidad registrada y una cifra que duele solo con mirarla. Es una experiencia universal para cualquier conductor, un golpe directo a tu bolsillo y a tu estado de ánimo.

La primera reacción, casi instintiva, es la de la resignación. Ves la cifra, el descuento por pronto pago y piensas en quitártelo de encima cuanto antes para evitar más complicaciones. Al fin y al cabo, ¿quién tiene tiempo y ganas de pelear contra la administración? La DGT lo sabe, y por eso el sistema está diseñado para que esa sea tu elección, la más fácil y rápida para ellos. Pero la primera reacción de muchos es aceptar la culpa y acogerse al descuento por pronto pago para zanjar el asunto cuanto antes.

¿PAGAR CON DESCUENTO O LUCHAR? EL ETERNO DILEMA

La tentación de pagar la mitad y olvidarse es enorme, una propuesta diseñada para que no te plantees ir más allá. La administración te tienta con una rebaja del 50 % si renuncias a tu derecho a recurrir, una estrategia pensada para disuadirte. Parece un buen trato, pero en realidad estás renunciando a tu derecho a la defensa por un plato de lentejas. La DGT cuenta con que la mayoría de los ciudadanos elijan este camino para maximizar su recaudación sin complicaciones.

El miedo a un proceso largo, a tener que contratar un abogado y a la posibilidad de acabar pagando el doble más las costas, frena a casi todo el mundo. Es la pescadilla que se muerde la cola: no recurres porque crees que vas a perder, y la administración sigue sancionando sin oposición. Pero la mayoría asume que luchar contra la maquinaria burocrática es una batalla perdida de antemano, cargada de costes y papeleo, una percepción que beneficia enormemente al organismo sancionador.

LA PREGUNTA CLAVE QUE DESARMA A LA ADMINISTRACIÓN

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Pero aquí es donde empieza lo interesante. Olvídate de discutir si ibas a esa velocidad o si la señal era visible. La estrategia ganadora no ataca la foto, sino la cámara que la hizo. El verdadero punto débil del sistema no reside en discutir los hechos, sino en cuestionar la herramienta que los ha registrado. Esta es la información que la DGT no publicita, el detalle técnico que se convierte en tu mejor argumento de defensa y que desmonta su acusación desde la base.

La clave de todo este asunto reside en una solicitud muy concreta y sencilla. No se trata de redactar un complejo escrito legal, sino de pedir una prueba fundamental que, por ley, deben tener y aportarte si la pides. Se trata de solicitar el certificado de verificación periódica del cinemómetro, el documento que acredita que el aparato medía correctamente. Si la Dirección General de Tráfico no puede aportar este documento en regla, su supuesta prueba se desvanece por completo.

EL TALÓN DE AQUILES DEL SISTEMA: EL CERTIFICADO DE METROLOGÍA

Un cinemómetro, que es el nombre técnico de los radares de la DGT, no es un dispositivo cualquiera. Es un instrumento de medición de precisión y, como tal, está sujeto a un estricto control legal para garantizar que funciona correctamente. Por ley, todos los radares deben pasar un control anual en un laboratorio acreditado, como el Centro Español de Metrología (CEM). Este control asegura que el aparato no tiene desviaciones y que la velocidad que marca es la real, sin margen de error más allá del legalmente establecido.

Aquí está el quid de la cuestión: si un radar te ha «cazado», pero no ha pasado esa revisión anual o la administración no puede acreditarlo, la sanción es nula de pleno derecho. Da igual que la foto sea nítida o que el coche sea el tuyo. Si ese certificado no existe, está caducado o no se aporta, la fotografía del radar pierde toda validez probatoria y la multa se anula. La DGT es plenamente consciente de ello, pero confía en que tú no lo sepas y no lo reclames.

ASÍ SE PONE EN JAQUE AL SISTEMA: EL ESCRITO QUE LO CAMBIA TODO

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Para poner en marcha esta defensa, solo tienes que presentar un escrito de alegaciones dentro del plazo que te dan tras recibir la notificación. No necesitas un lenguaje jurídico complejo, basta con un escrito de alegaciones solicitando el expediente completo y, específicamente, el certificado del radar. Debes pedir el «certificado de verificación periódica del cinemómetro», indicando la marca, el modelo y el número de serie del aparato que figura en la propia multa que te ha enviado la DGT.

Con este simple gesto, el escenario cambia por completo. Ya no eres tú quien debe demostrar su inocencia; es la administración la que tiene que probar la correcta operatividad de su equipo. De repente, la carga de la prueba se invierte y es la administración quien debe demostrar que su equipo era fiable aquel día y a aquella hora. Muchas veces, o no lo encuentran o el certificado tiene algún defecto, y la DGT se ve obligada a archivar el expediente. Has ganado la batalla usando sus propias reglas.


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