Luis Rivera, conocido mundialmente como Bori Barber, es peluquero, tiene 31 años y una historia que parece sacada de una película. Nació en Patillas, Puerto Rico, y a los 12 años se mudó con su padre a Miami, donde comenzó un camino que lo llevaría desde recortar a escondidas en los pasillos de su escuela hasta atender a figuras del deporte y la música en su propio salón de lujo.
La vida del peluquero cambió para siempre en un momento que él mismo describe como divino e imaginable: «Cuando le corté el pelo a Messi empecé a llorar y me pregunté ¿cómo Dios me coge a mí para esta vaina?».
1Los comienzos: una máquina, una calva y mucha hambre de crecer
La barbería no llegó a su vida por casualidad. Todo empezó el día en que, decepcionado por un mal corte en Miami, pidió a su padre una máquina de recortar para sus 13 años. La primera vez que la usó, se rapó accidentalmente y llegó a la escuela con una calva que provocó risas. Ese accidente fue, sin saberlo, el inicio de su destino.
Con práctica, paciencia y cortes gratis —que a menudo dejaban a sus amigos con “postillas de sangre” por la inexperiencia—, Bori comenzó a enamorarse del oficio. A los 15 ya llevaba su máquina al colegio, negociando con los guardias de seguridad: un corte de pelo a cambio de dejarlo escapar temprano para ir a trabajar a la barbería.
“Yo no quería ser ingeniero ni abogado, yo quería ser barbero. Todo el mundo me decía que eso no tenía futuro, pero yo lo veía distinto”, recuerda el peluquero. El camino no fue fácil. Profesores y colegas lo desanimaban: “Un peluquero no va a ganar para vivir en Miami, vete al Navy”, le insistían. Incluso estuvo a punto de enlistarse, pero un encuentro con un instructor militar le confirmó que su lugar estaba en otro lado.