jueves, 2 octubre 2025

María López, terapeuta ocupacional: “La paciencia es el mejor recurso para cuidar a una persona con demencia”

Cuidar a una persona que tiene demencia o, por ejemplo, Alzheimer es una experiencia que muestra amor, paciencia y también, una gran capacidad para adaptarse. Consiste en saber cómo funciona su funcionamiento mental en cada fase de la enfermedad. Acaso, el reto principal para la persona que realiza los cuidados es el de poder comunicarse con claridad y empatía dejando a un lado la frustración tanto en la persona cuidada como en uno mismo.

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EL VALOR DEL CUIDADO Y EL TERAPEUTA

EL VALOR DEL CUIDADO Y EL TERAPEUTA
Fuente: Freepik

Más allá de las distintas técnicas de comunicación, lo que realmente hace la diferencia es la actitud emocional que pueda tener el cuidador. La persona que presenta demencia puede no recordar quiénes somos, pero nunca dejará de recibir el cariño y la calidez con la que la estamos tratando. La conexión emocional perdura aun cuando la memoria haya caído en el olvido.

El amor se manifiesta en el modo en el que nos dirigimos a los demás, en la paciencia con la que se responde a las preguntas, en el gesto de acaricia o en la predisposición para acompañarles en pequeños momentos cotidianos. El cuidado no es una serie de tareas, sino una presencia continua, una ternura que se despliega incluso aunque la persona no reconozca, no recuerde, el rostro que tiene delante; no obstante eso, sí siente profundamente la energía de quién le rodea.

Hay que decir que también el cuidador debe cuidar de sí mismo. La demencia pide esfuerzo, es algo agotador. Buscar espacios de respiro, contar con la ayuda de familiares, grupos especializados, de personas que nos ayuden a sobrellevar esta enfermedad, es una herramienta clave para no desgastarse. Cuidar a una persona con Alzheimer no es hacerlo solo, sino construir una ayuda que sostenga a cuidadores y enfermos.

Asimismo, hay que recordar que la creatividad es muy buena aliada para desarrollarse. Cantar, jugar, mirar fotografías de antaño, realizar manualidades son momentos muy buenos de acercamiento. La prioridad mayor es mantener el amor o el cariño como nuestra guía. Los recuerdos pueden desaparecer, pero la emoción que provoca un abrazo, una sonrisa o una palabra cariñosa lanzada con paciencia permanece. El afecto es el mejor remedio que podemos tener a la confusión y el miedo que la enfermedad produce.

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