Kiko Rivera vuelve a situarse en el centro de la polémica familiar que arrastra desde hace años y que tiene como protagonista indiscutible a su madre, Isabel Pantoja. El distanciamiento entre ambos no es ninguna novedad, pero en las últimas semanas han salido a la luz nuevos datos que han reabierto una herida imposible de cerrar. La razón por la que el dj es incapaz de perdonar a la tonadillera tiene que ver con una deuda millonaria y con operaciones económicas vinculadas a Cantora, la finca familiar que siempre ha sido motivo de enfrentamientos. Según ha trascendido, Isabel habría obtenido beneficios muy elevados en distintas transacciones, y lo más doloroso para Kiko es que nunca fue informado de nada. Se enteró, para su sorpresa, a través de un programa de televisión, lo que multiplicó la indignación y la sensación de traición.
2La mala relación entre madre e hijo

La relación madre e hijo, sin embargo, es inexistente. Desde hace tiempo no mantienen contacto, y ni siquiera Isabel le comunicó a su hijo su decisión de marcharse a vivir fuera de España. El distanciamiento es absoluto, sin posibilidad de encuentros o conversaciones que permitan aclarar lo sucedido. Cualquier intento de mediación se antoja inviable, ya que los dos han manifestado en diferentes ocasiones que no tienen intención de dar el primer paso. La cantante sigue centrada en su vida personal y en sus compromisos profesionales, mientras que Kiko intenta recomponer su día a día tras un año marcado por los problemas.
El dj no solo arrastra esta nueva polémica en torno a Cantora, sino que además atraviesa una etapa complicada en lo personal. Tras su ruptura matrimonial con Irene Rosales, la madre de sus dos hijas, su vida dio un giro radical. La separación no ha sido sencilla y Kiko reconoce que no puede ver a sus pequeñas tanto como quisiera. A esta situación se une un panorama laboral inestable, con menos actuaciones de las esperadas y con un futuro profesional que no termina de despegar como él desearía. El cúmulo de circunstancias ha hecho que se sienta desbordado, y el descubrimiento de las operaciones económicas de su madre no ha hecho más que incrementar su frustración. Otro de los factores que añade tensión a su presente es el conflicto con los vecinos de la urbanización La Juliana, donde reside actualmente. Algunos residentes han mostrado su descontento con la llegada del dj, lo que ha generado un clima de incomodidad añadido a sus problemas familiares y profesionales. En conjunto, Kiko percibe que el año no le está siendo favorable y siente que todo se acumula contra él. Este malestar hace que se aferre con más fuerza a la idea de reclamar lo que considera suyo por derecho, convencido de que no tiene por qué cargar con las deudas ni con los errores de gestión de su madre.