El envejecimiento es también un recorrido emocional y familiar que incluye aprendizajes y algunas veces tensiones. En el Podcast Geriatría con Sentido, el doctor Álvaro Cruz -geriatra, tanatólogo y psico-gerontólogo- cuenta historias reales que describen los retos cotidianos a que se enfrentan las personas cuidadoras. Según sus palabras, la finalidad queda clara: lograr un envejecimiento correcto y más consciente en el acompañamiento humano.
2RECOMENDACIONES PARA LOS CUIDADORES

Los pasos que el doctor Cruz aplica para resolver actuaciones difíciles desde la percepción de los cuidadores son muy precisos. El primer consejo que ofrece el doctor es básico pero muy potente: “hablar en privado, nunca corregir en público”, de manera que la situación no humille a la persona mayor y se fomente un diálogo más beneficioso.
El segundo paso es indicar con precisión lo que nos molesta. Por ejemplo, decir “no me gusta cuando me gritas” es más efectivo que quedarse en el silencio o expresar algo tan indeterminado como, “algo me molesta” o “no sé, yo también tengo mis cosas”. Precisar lo que nos molesta ayuda a indicar al adulto mayor que no nos referimos a él o ella, sino a una actuación concreta, lo que favorece el cambio.
El tercer punto es el de la visibilización de las repercusiones negativas, en concreto el hecho de que a la cuidadora le molesta la discusión —por ejemplo, “yo cuando me hablas así, pierdo las ganas de acompañarte”—, es importante hacer evidente el impacto emocional. Esto se logra nombrando las emociones, “me siento frustrada”, “me siento triste”, “me siento enojada”. De esta manera, se airean los sentimientos y se evita acumular resentimientos.
El especialista destaca que los cambios tienen que ser pequeños y realistas. No se puede apremiar a una persona mayor para cambiar su personalidad de un día para otro, y aunque pedir un gesto más amable o evitar un manoteo se pueda lograr es alcanzable; al fin y al cabo, se va logrando una transformación progresiva que no asusta ni rechaza.
Una segunda estrategia muy poderosa es mostrar cómo mejoraría la relación si hubiera un cambio. Hacer ver que, por ejemplo, «si me hablas con calma yo tendré más ganas de venir a verte», implica un incentivo afectivo para el anciano, así el cambio deja de ser una imposición y se convierte en un beneficio mutuo.