jueves, 2 octubre 2025

«Cargar el móvil en la cama es jugar a la ruleta rusa», José Funes (29), bombero de Madrid, tras el último incendio

El lugar donde pones a cargar tu teléfono cada noche podría ser el más peligroso de toda tu casa. Un gesto tan cotidiano como dejar el smartphone sobre las sábanas esconde un riesgo latente del que alertan los expertos.

Cargar el móvil en la cama se ha convertido en una costumbre tan arraigada que pocos se paran a pensar en sus consecuencias, pero como advierte Jose Funes, un bombero de 29 años de Madrid, es una práctica de alto riesgo. Después de su última intervención, su mensaje es claro y directo, porque la combinación de un dispositivo electrónico y un entorno lleno de textiles es una auténtica bomba de relojería. La advertencia sobre este peligroso hábito doméstico resuena con fuerza tras ver de cerca cómo una simple acción puede desencadenar el caos en mitad de la noche.

La familiaridad con la tecnología nos ha llevado a bajar la guardia, olvidando que un simple cargador no es un objeto inerte, sino un transformador de corriente. Lo que para nosotros es un gesto automático antes de dormir, para un experto en extinción de incendios como Jose es una ruleta rusa, ya que el calor que generan las baterías durante la carga necesita disiparse correctamente para evitar un sobrecalentamiento. Dejar el móvil bajo la almohada o sobre el edredón es, literalmente, invitar al desastre a nuestro dormitorio, un riesgo que muchos desconocen al manipular su teléfono.

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EL CALOR: EL ENEMIGO SILENCIOSO QUE DUERME CONTIGO

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Cuando pones a cargar tu móvil y lo tapas con las sábanas, estás creando una trampa térmica sin saberlo. Los dispositivos electrónicos están diseñados para liberar el calor generado durante su funcionamiento y carga, pero las telas de la cama actúan como un aislante perfecto que impide esa ventilación esencial. Esta acumulación de temperatura puede degradar la batería de forma prematura y, en el peor de los casos, iniciar una reacción química que derive en un incendio al usar tu teléfono.

El problema se agrava si utilizamos cargadores no oficiales o cables en mal estado, que no suelen contar con los mismos controles de seguridad. Un fallo en estos componentes puede provocar un cortocircuito, y si el móvil está sobre una superficie inflamable como un colchón, la chispa tiene el combustible perfecto, ya que el sobrecalentamiento de la batería de litio puede provocar una fuga térmica que libere gases inflamables. Es un fallo en cadena que transforma un dispositivo indispensable en una amenaza nocturna al cargar tu smartphone.

¿POR QUÉ NUESTRA CAMA ES EL PEOR LUGAR POSIBLE?

La respuesta es tan simple como aterradora: todo lo que nos rodea mientras dormimos está diseñado para arder con facilidad. Las sábanas, las almohadas, los pijamas y el propio colchón son materiales altamente combustibles. Un móvil sobrecalentado no necesita más que unos minutos para que una pequeña chispa se convierta en una llama, porque la carga del dispositivo eleva la temperatura lo suficiente como para iniciar la combustión de los textiles cercanos. Es la receta perfecta para un desastre mientras estamos más vulnerables.

La confianza ciega en la tecnología nos hace olvidar su naturaleza eléctrica y su potencial destructivo. Damos por hecho que los sistemas de seguridad del móvil funcionarán siempre, pero ignoramos el factor externo, como el lugar de carga, pues un cargador defectuoso o un cable dañado multiplican exponencialmente el riesgo de ignición. La cama, nuestro lugar de descanso y seguridad, se convierte así en el escenario de un peligro real que podríamos evitar con un simple cambio de hábito al cargar nuestro teléfono.

LA FALSA SENSACIÓN DE SEGURIDAD DE LA MESILLA DE NOCHE

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Incluso si somos precavidos y dejamos el móvil en la mesilla, el riesgo no desaparece por completo si no lo hacemos correctamente. A menudo, dejamos el dispositivo sobre libros, revistas o papeles, materiales que también son inflamables, porque lo ideal es que el teléfono se cargue sobre una superficie dura, plana y no combustible como la madera tratada, el cristal o el metal. Esta simple precaución garantiza que el calor se disipe de manera adecuada y reduce drásticamente las posibilidades de un susto al manipular el terminal.

Además, el desorden de cables que solemos tener en la mesilla es otro factor de riesgo que a menudo pasamos por alto. Un amasijo de cargadores conectados a una misma regleta puede sobrecargar el enchufe, y un cable enrollado o pinzado bajo un objeto pesado puede sufrir daños internos que generen un cortocircuito. Por eso, mantener el área de carga despejada y utilizar solo los componentes originales es tan importante como evitar la cama para nuestro móvil.

«VI EL COLCHÓN ARDIENDO Y EL HUMO POR TODAS PARTES»

La experiencia de los equipos de emergencia como el de Jose Funes pone imágenes a estas advertencias. No es una teoría, es una realidad que se repite. Cuando llegan a un domicilio, a menudo encuentran el origen del fuego junto a los restos calcinados de un dispositivo electrónico, porque el humo tóxico generado por la combustión de los materiales sintéticos de un colchón es extremadamente peligroso e incapacitante. Las víctimas de estos incendios no suelen sufrir quemaduras, sino intoxicación por inhalación mientras duermen.

La noche es el momento de mayor vulnerabilidad, y un incendio en el dormitorio reduce drásticamente el tiempo de reacción. El olor a quemado puede no ser suficiente para despertarnos a tiempo, ya que un pequeño fuego en la ropa de cama puede propagarse por toda la habitación en menos de tres minutos. Cambiar el hábito de dónde ponemos a cargar el móvil es una de las decisiones más sencillas y eficaces que podemos tomar para proteger nuestra vida y la de nuestra familia.

UN PEQUEÑO GESTO PARA UNA NOCHE TRANQUILA

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La próxima vez que vayas a conectar tu móvil antes de irte a dormir, piensa en las palabras de Jose y en el riesgo real que se esconde tras ese gesto. Alejar el dispositivo de cualquier material inflamable es una medida de seguridad básica, ya que la clave está en permitir que el aire circule libremente alrededor del teléfono y su cargador para evitar cualquier sobrecalentamiento. Es un cambio mínimo en nuestra rutina que puede marcar la diferencia entre un descanso plácido y una auténtica tragedia.

No se trata de generar una alarma innecesaria, sino de fomentar una conciencia crítica sobre cómo usamos la tecnología que nos acompaña a diario. Dejar el móvil cargando en el suelo, en una silla alejada de las cortinas o, mejor aún, en otra habitación, son alternativas seguras, porque la tranquilidad de saber que hemos minimizado un riesgo evitable no tiene precio y nos permite dormir mucho más seguros. Al final, nuestra seguridad bien vale la pequeña incomodidad de no tener el teléfono al alcance de la mano.


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