miércoles, 19 noviembre 2025

Pola Bustamante, profesora jubilada y activista: “Los mayores aún tenemos mucho que aportar”

El envejecer supone un viaje ineludible, pero la forma en la que lo llevamos a cabo depende en gran medida de las oportunidades de la tercera edad, los lazos y los apoyos que vamos creando en el trayecto. En el podcast “Seremos mayores: miradas sobre el envejecer”, producido por la Pontificia Universidad de Chile, el Sistema de Naciones Unidas y el Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), se ofreció un espacio con el que mantener una reflexión en torno a la forma en la que la innovación puede fortalecer las redes territoriales de las personas mayores.

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EL PODER DE LOS VÍNCULOS

Fuente: Freepik

La innovación es el motor y las redes territoriales entre jóvenes y mayores son el espacio donde puede crecer. Carolina Ayala lo explicaba bien: el territorio no solo es un espacio físico, sino un entramado de relaciones que fijan las maneras de relacionarnos entre nosotros y con las instituciones. En Valparaíso y Aysén el Nodo ha mostrado que las redes no solo son la alternativa para combatir la soledad, sino para incentivar el envejecimiento activo y digno también.

Las redes constituidas por las juntas de vecinos, clubes de adultos mayores y comités barriales han proporcionado el tranvía a la innovación. Pola mostró la experiencia del “Comité Barrial para el Buen Vivir y el Envejecimiento”, que surgió de un sueño colectivo y se tornó en un espacio para reír, soñar y planear en conjunto. La clave no es el encuentro, sino el reconocimiento mutuo como sujetos de derechos, sujetos capaces de aportar y transformar.

Carolina hizo hincapié en que los lugares son el soporte del cambio, porque en ellos conviven múltiples actores locales que pueden articular las respuestas colectivas. En su experiencia, la innovación más potente es aquella que establece puentes entre otras realidades y permite a distintas organizaciones sentarse en torno a la mesa para articular el problema que comparten.

De este modo, se nos permite romper el modelo asistencial y convertirlo en un modelo promocional, donde las personas mayores no son solo personas que reciben, sino que se convierten en co-autores de su propia realidad. En el final del capítulo, Soledad González lanzó una de las cuestiones fundamentales del mismo: la innovación tecnológica no tiene que ser una finalidad, sino que es una herramienta que potencia el encuentro entre las personas. La pandemia dio una vuelta de tuerca a la digitalización, pero, al mismo tiempo, puso de manifiesto que lo digital tiene sentido cuando se pone en servicio de la comunidad.

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