Patricia Pardo atraviesa un momento personal y profesional especialmente dulce, con una relación consolidada junto a Christian Gálvez y una carrera televisiva en pleno crecimiento. Sin embargo, la presentadora de Telecinco ha querido detenerse en el pasado para recordar cómo fueron los difíciles comienzos de su historia de amor, marcados por la exposición mediática y por una avalancha de críticas que la situaron en el ojo del huracán. En una reciente conversación en el pódcast “Lo que tú digas”, con Álex Fidalgo, la periodista gallega se sinceró sobre aquellos meses en los que se sintió injustamente señalada, llegando a ser conocida bajo un calificativo tan contundente como doloroso: “la mala de España”.
1Patricia Pardo se ha confesado

Su relato es, en realidad, una crónica sobre el precio de la fama y la dureza de los juicios sociales cuando una historia sentimental surge bajo la mirada pública. Patricia Pardo reconoció que le sorprendió la rapidez con la que se generó un relato paralelo a lo que en realidad sucedía en su vida privada. “A mí me pusieron la etiqueta sin conocerme, juzgándome por algo que no pasó”, recordó, explicando que aquella narrativa mediática no solo la afectó a ella, sino también al propio Christian Gálvez, que en ese momento también se encontraba bajo los focos debido a su ruptura matrimonial con Almudena Cid. Según sus palabras, “hemos pagado un peaje muy grande los dos, estoy convencida de ello”. En este ejercicio de memoria, la presentadora relató que incluso llegó a sentirse atrapada en una especie de guion preescrito en el que la habían colocado a la fuerza. Mientras ella defendía que lo único real era el inicio de un tonteo con Christian dentro de los pasillos de la cadena, desde fuera se construía una historia muy diferente que la situaba como la responsable de una ruptura. “Éramos dos personas divorciadas o separadas que nos habíamos conocido en Telecinco. Había un inicio de relación, pero no habíamos dado ni un paseo por la calle”, explicó con rotundidad para desmontar la versión que se instaló en algunos medios.
El propio uso del término “la mala de España” ilustra hasta qué punto las etiquetas pueden simplificar y deformar una realidad mucho más compleja. En el caso de Patricia, aquel apodo pesó como una losa durante meses, generándole una sensación de incomprensión y de soledad mediática. Para una periodista acostumbrada a contar la actualidad desde un plató, la experiencia de ser ella misma la protagonista de titulares negativos supuso un choque emocional difícil de asimilar. Como explicó en la entrevista, su intención desde el principio fue la de mantener la discreción y no exponer su vida personal más de lo necesario, pero la situación se le escapó de las manos en cuanto los rumores comenzaron a difundirse sin freno.
Durante aquellos primeros meses, la diferencia entre lo que sucedía en su vida real y lo que aparecía en los medios era abismal. Patricia recordó que, en un intento de frenar la ola de especulaciones, llegó a compartir de manera confidencial con un redactor que llevaba más de seis meses divorciada. Lo hizo con la esperanza de que esa información sirviera para aclarar el relato, pero pronto comprobó que el interés mediático iba en otra dirección. “Fueron los únicos que me creyeron. No le interesó a nadie, era mucho más fácil colocar las etiquetas de ‘los malos de la película’”, lamentó. Esa sensación de impotencia se convirtió en el denominador común de una etapa que, vista con perspectiva, reconoce como uno de los momentos más duros de su vida personal.