El corazón tiene fama de resistente, y lo es. Late sin descanso, día y noche, como si nunca se cansara. Pero, como advierte el experto Aurelio Rojas, también puede ser un órgano “traicionero”: una persona joven, aparentemente sana, puede llevar una vida normal y, de repente, enfrentarse a un problema muy grave. Por eso insiste en algo fundamental: aprender a reconocer esas pequeñas señales que pueden avisarnos antes de que sea demasiado tarde.
Un órgano que calla hasta que falla

Rojas lo resume con sencillez: “El corazón es muy fuerte, pero ese mismo vigor puede enmascarar sus debilidades”. Y ahí está el peligro. Cuando da la cara, suele ser porque ya está muy debilitado. La diferencia entre la prevención y la urgencia vital, recuerda, está en prestar atención a los avisos.
1. Alteraciones en el ritmo cardíaco
¿Alguna vez has notado tu propio corazón latir con fuerza sin razón aparente? Lo normal es no sentirlo. Por eso, si ocurre, no hay que pasarlo por alto. “Si estás notando tu corazón latir, algo ahí no está bien”, advierte Rojas. Esa sensación puede deberse a arritmias: el pulso se acelera, se vuelve demasiado lento o irregular. En cualquiera de los casos, merece ser escuchado.
2. Dolor o presión en el pecho
Aunque suene extraño, el corazón sí duele. Eso sí, no se trata de un pinchazo repentino y punzante, sino de una presión profunda, como un peso en el centro del pecho. A menudo aparece al caminar rápido, subir escaleras o hacer ejercicio. Es lo que se conoce como angina de pecho, causada por una falta de riego sanguíneo (isquemia).
Aquí es importante diferenciar: los pinchazos muy agudos y momentáneos rara vez son cardíacos. Pero si la presión no desaparece en 5, 10 o 20 minutos, la recomendación es clara: acudir sin demora a un hospital. Un electrocardiograma basta para descartar o confirmar un infarto.
3. Fatiga excesiva y retención de líquidos

Otra señal de alarma es la fatiga desproporcionada. Si antes subir unas escaleras o cargar bolsas de la compra no suponía un esfuerzo y ahora deja sin aliento, algo no va bien.
A menudo esta sensación viene acompañada de hinchazón en tobillos, piernas o incluso en la cara al levantarse. Esa acumulación de líquidos —edemas en lenguaje médico— suele ser consecuencia de una insuficiencia cardíaca: el corazón no bombea con fuerza suficiente y el organismo lo acusa.
4. Desmayos bruscos
Un desmayo inesperado, sin motivo aparente, también puede ser un aviso. Si ocurre de forma repentina, conviene no restarle importancia: podría reflejar un problema en la irrigación sanguínea del cerebro, provocado por un corazón que no funciona como debería.
Cuando el corazón falla, todo el cuerpo lo nota
“El corazón es el único órgano que no tiene vacaciones”, recuerda Rojas. Su misión es bombear sangre cargada de oxígeno a cada rincón de nuestro cuerpo. Y cuando esa tarea falla, todo se resiente.
El cerebro se vuelve más lento, cuesta concentrarse o incluso descansar bien. El aparato digestivo responde con molestias y digestiones pesadas. Y los músculos pierden fuerza: “a la mínima que des dos pasos, te vas a cansar muchísimo antes”, explica el especialista.
Escuchar al cuerpo para ganar tiempo
El mensaje final de Aurelio Rojas es directo: el corazón habla, aunque a veces lo haga en voz baja. Notar cambios en el ritmo, presiones en el pecho, fatiga que antes no existía, hinchazón o desmayos son señales que no debemos ignorar.
Un infarto, recuerda, se detecta con un electrocardiograma en cuestión de minutos. Pero la clave está en no esperar a que llegue ese momento. La prevención y la detección temprana son, en definitiva, la mejor forma de proteger ese motor silencioso que nos mantiene vivos.