martes, 30 septiembre 2025

Rafael Santandreu (55 años), psicólogo:  «No son los hechos los que nos afectan, es nuestra interpretación de ellos»

- El psicólogo Rafael Santandreu explica cómo entrenar la mente para dejar de sufrir por lo que nos pasa.

El psicólogo y divulgador Rafael parte de una idea tan sencilla como contundente: no sufrimos por lo que nos ocurre, sino por lo que nos decimos sobre ello. Una frase que parece de sentido común, pero que, si se piensa bien, cambia por completo la manera de afrontar la vida. No es casual que tenga raíces antiguas: ya en el siglo I, el filósofo estoico Epicteto lo resumió con claridad en Roma. Hoy, siglos después, esa mirada sigue alimentando buena parte de la psicología cognitiva.

No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede”, insiste Rafael. Y esa es la base de la terapia cognitivo-conductual: entrenar la mente para dialogar con uno mismo, revisar las adversidades del día y rebajarles el volumen hasta que dejen de sonar tan terribles. A eso él lo llama eliminar la terribilización.

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El diálogo interno como escudo

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Rafael Santandreu destaca el diálogo interno como escudo emocional. Fuente: Canva.

Rafael aconseja aprender a minimizar cualquier contratiempo, por grande que parezca. Habla de adoptar una “mirada cósmica”, una especie de zoom mental que pone las cosas en perspectiva. Para explicarlo, suele recurrir a un ejemplo inspirador: Stephen Hawking. Diagnosticado con ELA, decidió no perder tiempo en quejas y concentrarse en lo que todavía podía hacer. Con esas dos decisiones, eligió su camino hacia la felicidad.

Trabajo cada día mi diálogo interno para minimizar cualquier adversidad que tengo”, confiesa Rafael. Y añade que, cuando uno amplía la mirada, la mayoría de los problemas cotidianos resultan ser minúsculos.

Las trampas de las creencias irracionales

En su experiencia, lo que más enferma emocionalmente son las creencias irracionales, esas ideas que repetimos como mantras y que nos hacen daño. Rafael distingue tres grandes grupos:

  • La necesidad de perfección: pensar que si no lo hacemos todo bien, somos un fracaso.
  • La necesidad de aprobación universal: creer que todos deben tratarnos bien todo el tiempo.
  • La necesidad de control total: esperar que todo funcione como queremos.

Él mismo ha trabajado en eliminar algunas de estas creencias. Una de las más curiosas: la importancia de la belleza física. “Ser feo es fantástico”, dice con humor, porque quita presión y permite centrarse en cualidades más duraderas, como la amabilidad o la inteligencia.

Adelgazar empieza en la cabeza

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Las creencias irracionales son la raíz del malestar emocional. Fuente: Canva.

Para Rafael, incluso adelgazar no depende tanto de la dieta como de la mente. “Es lo más fácil del mundo cuando estás bien programado mentalmente”, asegura.

Explica que hemos sido víctimas de un “lavado de cerebro” que asocia lo rico con lo insano. La clave, insiste, es reeducar la mente para que los alimentos saludables se perciban como los más sabrosos y los ultraprocesados como desagradables. Él mismo asegura haber convertido la ensalada en su comida favorita gracias a la visualización.

También recomienda autores como Alan Carr, que aplican técnicas cognitivas para romper con esos argumentos internos que nos atan a lo que nos perjudica.

Una vida ligera: necesitar poco y agradecer

Su filosofía de vida se resume en dos ejes: necesitar muy poco y agradecer lo que ya se tiene. Según Rafael, basta con agua y comida para sentirse profundamente feliz.

Entre sus referentes no faltan nombres como Epicteto o Gandhi, pero también personas contemporáneas como Albert Casal, un joven que vive sin dinero y en silla de ruedas, defendiendo una forma de anarquismo pacífico.

La maldición de la abundancia

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Rafael no es ajeno a la ansiedad creciente en la sociedad. La atribuye a la “maldición de la abundancia”: cuanto más tenemos, más creemos necesitar, y esas metas convertidas en exigencias absolutas terminan generando neurosis. La salida, insiste, está en cultivar una “mente cósmica” que relativice lo que ocurre.

Todo son granos de arena

En uno de sus libros resume su filosofía en una frase que parece sencilla pero encierra todo un programa de vida: “No hagas montañas de granos de arena”. Y, como añade él mismo, la continuación lógica es: “y todo son granos de arena”.

En definitiva, Rafael nos recuerda que la felicidad rara vez depende de los hechos en sí, sino del relato que construimos sobre ellos. Y que, con un poco de entrenamiento, la mente puede convertirse en nuestro mejor aliado para vivir con fortaleza y alegría.


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