lunes, 29 septiembre 2025

El objeto que Mayra Gómez Kemp tenía prohibido por contrato tocar en el ‘Un, dos, tres…’: «Chicho me lo dejó clarísimo»

La cláusula secreta que definió a un icono televisivo. El genio de Chicho Ibáñez Serrador y su visión para crear una estrella.

El objeto que Mayra Gómez Kemp tenía prohibido por contrato tocar en el ‘Un, dos, tres…’ no era una joya carísima ni un amuleto exótico, sino algo mucho más cotidiano: sus propias gafas. Lo que podría parecer un simple detalle estético escondía una estrategia genial de Chicho Ibáñez Serrador para construir un personaje televisivo eterno, pues Chicho le dejó clarísimo desde el primer día que las gafas formaban parte indisociable de su identidad en plató y debían permanecer siempre en su sitio. ¿Qué había detrás de esa orden tan tajante?

Aquella imposición, que hoy nos parecería insólita, fue la piedra angular sobre la que se edificó la imagen de la presentadora más icónica de una era. La inolvidable Mayra aceptó el reto sin saber que estaba firmando un pacto con la historia de la televisión, ya que la prohibición de quitarse las gafas buscaba crear un aura de intelectualidad y control que la diferenciara de cualquier otra figura femenina en pantalla. Aquella directriz de Chicho no era un capricho, sino el primer paso para convertir a una comunicadora en un mito.

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EL NACIMIENTO DE UN ICONO INESPERADO

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Cuando Mayra Gómez Kemp aterrizó como presentadora titular del ‘Un, dos, tres…’, llegaba para sustituir a Kiko Ledgard tras su grave accidente, un desafío mayúsculo. Chicho Ibáñez Serrador, con su olfato infalible para el espectáculo, sabía que no podía buscar una imitación, sino crear algo completamente nuevo, y por eso vio en las gafas de Mayra la herramienta perfecta para dotarla de una personalidad única y reconocible al instante por millones de espectadores cada viernes por la noche.

La estrategia era brillante y funcionó a la perfección desde el primer programa. Aquellas gafas, grandes y de montura definida, no solo enmarcaban una mirada, sino que proyectaban una imagen de seguridad y dominio de la situación, y es que el accesorio transmitía la sensación de que la presentadora lo sabía todo y manejaba los hilos del complejo concurso con una solvencia impecable. La comunicadora cubana no era solo una cara bonita; era la mente pensante, y sus gafas eran el símbolo de esa autoridad.

¿POR QUÉ LAS GAFAS ERAN INTOCABLES?

La directriz de Chicho no admitía excepciones ni discusiones. «Me lo dejó clarísimo», ha contado la propia Mayra Gómez Kemp en incontables ocasiones al recordar las instrucciones del maestro. La norma era tan estricta que formaba parte de su acuerdo para presentar el formato, pues la prohibición contractual de tocarse o quitarse las gafas aseguraba la coherencia del personaje que el director quería grabar a fuego en la retina del público español. No era Mayra, era «la presentadora del ‘Un, dos, tres…'».

Cumplir aquella orden a rajatabla requería una disciplina férrea por parte de la legendaria presentadora. Imaginen la de veces que, por un reflejo, un gesto instintivo o simple comodidad, sintió el impulso de ajustárselas o retirárselas, pero la profesionalidad de Mayra Gómez Kemp la llevó a interiorizar la norma hasta convertirla en una segunda naturaleza, demostrando un respeto reverencial por la visión de Chicho y por el personaje que juntos estaban creando para la posteridad del entretenimiento en nuestro país.

CHICHO IBÁÑEZ SERRADOR: EL ARQUITECTO DE LA TELEVISIÓN

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Narciso Ibáñez Serrador no era solo un director de programas; era un creador de universos y un escultor de talentos que dominaba el lenguaje televisivo como nadie. Su nivel de exigencia era legendario, pero siempre se lo aplicaba primero a sí mismo, ya que Chicho controlaba hasta el más mínimo detalle de la producción para garantizar que el resultado final fuera un espectáculo hipnótico, perfectamente engrasado y sin una sola fisura, desde la luz hasta el último aplauso del público.

Su capacidad para identificar el potencial de sus colaboradores y exprimirlo al máximo fue lo que convirtió al ‘Un, dos, tres…’ en un fenómeno irrepetible. Con Mayra Gómez Kemp no se limitó a contratar a una presentadora; diseñó a medida a la conductora perfecta para su show, y para ello supo ver que un simple objeto podía ser un ancla psicológica potentísima para la audiencia, una seña de identidad que fijaría al personaje en la memoria colectiva para siempre, mucho más allá de su tiempo en pantalla.

MÁS ALLÁ DE LAS GAFAS: EL TALENTO DE MAYRA

Sería un error pensar que el éxito de la presentadora se debió únicamente a un accesorio. Las gafas fueron el marco, pero el lienzo era el inmenso talento de una comunicadora superlativa. La rapidez mental, la cercanía y la elegancia natural de Mayra Gómez Kemp conquistaron a una audiencia de más de veinte millones de personas, pues su brillantez a la hora de memorizar guiones larguísimos y su capacidad para improvisar con humor la convirtieron en una auténtica fuera de serie.

Además, su figura supuso un antes y un después para el papel de la mujer en la televisión de España. En una época en la que los grandes formatos de entretenimiento estaban reservados casi en exclusiva para los hombres, ella rompió todos los moldes, y es que la icónica conductora del ‘Un, dos, tres…’ demostró que una mujer podía liderar el programa de mayor éxito con la misma o más solvencia que cualquier compañero de profesión, abriendo camino a generaciones futuras de presentadoras.

EL LEGADO DE UNA MIRADA QUE MARCÓ ÉPOCA

Hay imágenes que se convierten en patrimonio sentimental de un país.

Hoy, décadas después de su etapa dorada en Televisión Española, la estampa de Mayra Gómez Kemp con sus inconfundibles gafas sigue intacta en el imaginario popular. Es imposible pensar en el ‘Un, dos, tres…’ sin que esa imagen acuda a nuestra mente de forma instantánea, porque esa mirada inteligente y enmarcada se transformó en el emblema de una forma de hacer televisión que reunía a toda la familia frente a la pantalla, generando una complicidad que ya no ha vuelto a repetirse.

Aquella prohibición contractual, que podría haber sido una anécdota sin más, se reveló como el golpe de genio definitivo para la construcción de una leyenda. Las gafas dejaron de ser un simple objeto para convertirse en el símbolo de una época y de una profesional irrepetible, pues el personaje creado por Chicho y encarnado magistralmente por Mayra Gómez Kemp trascendió la pantalla para instalarse para siempre en el corazón de millones de espectadores que, todavía hoy, la recuerdan con un cariño inmenso.


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