lunes, 29 septiembre 2025

Mapa de la prensa digital en España: de un presente rentable a un futuro incierto

Los gigantes de la prensa escrita en España atraviesan una etapa compleja marcada por transformaciones estructurales que han trastocado su modelo de negocio. La reconversión industrial que trajo consigo la llegada de internet ha obligado a los grandes grupos tradicionales a reestructurarse profundamente para sobrevivir.

El Grupo Prisa se somete actualmente a duros ajustes para poder hacer frente a una deuda superior a los 750 millones de euros. Solo en 2024, la compañía presidida por Joseph Oughourlian tuvo que pagar más de 80 millones de euros en intereses.

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Por su parte, Vocento, bajo el timón de Manuel Mirat, también está recurriendo a la venta de activos inmobiliarios y otros bienes, tras haber sufrido unas pérdidas históricas cercanas a los 100 millones de euros en el pasado ejercicio.

Según el estudio InfoAdex de 2024, la inversión real estimada en medios controlados alcanzó los 6.186,8 millones de euros durante el pasado año, lo que representa un incremento del 4,2% respecto a 2023.

Sin embargo, este crecimiento no fue uniforme en todos los formatos. Mientras que la mayoría de los medios han aumentado su inversión respecto al año anterior, los Diarios y Dominicales presentaron una caída del 3,7%.

Este dato refleja que, a pesar del crecimiento general del mercado, la prensa escrita continúa en retroceso y sigue sin encontrar una fórmula definitiva para adaptarse a los cambios de hábitos de consumo.

En contraposición al papel, la prensa nativa digital parece respirar con más brío. Estos medios, más ligeros de equipaje, operan con estructuras más pequeñas y sueldos generalmente más bajos. Sin embargo, su aparente agilidad no los libra de ciertos condicionantes: muchos de ellos muestran una dependencia evidente de instituciones públicas, especialmente en el entorno madrileño.

MAPA IDEOLÓGICO

La inmensa mayoría de los periódicos digitales relevantes están radicados en Madrid, y tras el giro antigubernamental protagonizado por los rentabilísimos El Confidencial y El Español (cuyas editoras superan cómodamente los 20 millones de euros anuales de facturación), la mayor parte se muestran críticos contra el Ejecutivo estatal.

A la cabeza del espectro mediático conservador se sitúan cabeceras abiertamente antisanchistas que coquetean con un estilo british y se posicionan editorialmente sin ambages. Por norma general, en la mayoría de principales cabeceras de la prensa digital radicada en la capital del Estado existe una línea editorial abiertamente liberal en el ámbito económico, y rara vez se publican artículos críticos con el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso.

Los medios progresistas tampoco escapan a la polarización creciente del ecosistema mediático. Desde cabeceras abiertamente militantes hasta medios nacidos al calor del 15M, casi todos han acabado alineándose con el PSOE tras años de coqueteo con el espacio político de Sumar o Podemos.

Los medios más cercanos al ayusismo y al sanchismo coinciden en su alergia a publicar información crítica sobre los grandes anunciantes más hipersensibles en materia informativa (Telefónica, El Corte Inglés, Caixabank y Mercadona, por ese orden), o sobre la Casa Real, que suele recibir una cobertura mayoritariamente favorable de la prensa cercana al PP y un silencio cómplice ‘neojuancarlista’ desde los medios progresistas.

TRÁFICO: PRESENTE Y FUTURO

El Español se ha convertido en una granja de contenidos que componen varias cabeceras, gracias a lo cual acumula más de dos años de un liderazgo que cada vez está menos disputado. Su editor y director, Pedro J. Ramírez, admitió hace unos días en Onda Cero que teme la transformación de Google Discover.

Este servicio, que funciona como una importante fuente de tráfico para los medios digitales, ha empezado a introducir novedades significativas: botones de seguir, integración de contenido de redes sociales y un rediseño del feed.

Estos cambios suponen un reto considerable para las estrategias de captación de audiencias de los medios digitales. El consumo digital se ha vuelto más fragmentado y disperso, repartido entre redes sociales, vídeos cortos y publicaciones de formatos cada vez más efímeros. Para seguir siendo relevantes, los medios necesitan integrar estos formatos y diversificar su presencia.

Pero si el presente ya es complejo, el futuro inmediato plantea desafíos aún más profundos, especialmente por el impacto que la inteligencia artificial puede tener sobre el periodismo. OpenAI, la compañía responsable de ChatGPT, está impulsando una evolución significativa en el uso de esta herramienta. Ya no se trata simplemente de un chatbot que responde preguntas: ahora, OpenAI quiere que ChatGPT se convierta en un agente de inteligencia artificial que actúe de forma autónoma y realice tareas por el usuario.

Chat Merca2.es
Chat GPT. Foto: EP.

Un ejemplo de esta transformación es Pulse, una nueva funcionalidad de ChatGPT diseñada para operar de manera proactiva. Esta herramienta tiene la capacidad de recopilar noticias, generar recomendaciones y ofrecer información de servicio lista para cuando el usuario se despierte. El objetivo final es claro: que ChatGPT sea la primera aplicación que una persona abra al comenzar el día y desplazar a Google Discover y a las redes sociales como fuente principal de información.

El avance de estas tecnologías plantea un dilema mayúsculo para los medios: por un lado, pueden beneficiarse de herramientas más eficientes para generar contenido o analizar datos. Por otro, corren el riesgo de seguir perdiendo el control del acceso a las audiencias y de quedar reducidos a proveedores de contenido para plataformas de inteligencia artificial que simplemente les citen a cambio de relevancia.

En un contexto en el que el lector medio dedica cada vez menos tiempo a informarse y lo hace de manera más superficial, la amenaza no es solo tecnológica, sino que podría poner en peligro el periodismo tal y como lo conocemos.

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La prensa digital en España vive un presente rentable pero condicionado, y afronta un futuro que se antoja incierto. Entre los desafíos de la polarización, la dependencia institucional, la transformación de los algoritmos y el auge imparable de la inteligencia artificial, la prensa escrita camina por una cuerda cada vez más fina.


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