En la actualidad, referirse al trabajo y a la edad resultará inevitable afectando al edadismo de forma muy compleja. El trabajo está presente en un mundo lleno de prejuicios y barreras invisibles que especialmente afecta a las personas que tienen más de 45 o 50 años, lo cual no es casualidad, ya que los números que presenta España indican que más de un 60% de los parados de larga duración pertenecen a esa edad, ofrece una reflexión necesaria sobre esto e ideas para mirar más allá de las cifras y preguntarnos por los miedos que paralizan a tantas personas.
1EL MIEDO COMO BARRERA INVISIBLE AFECTA GRAVEMENTE AL EDADISMO

Aunque se haga referencia a una discriminación externa, uno de los muros más perentorios aparece en cada uno de los individuos. Muchas personas mayores, además, llevan consigo una carga importante que tiene mucha relación con un miedo al fracaso o a defraudar a las personas que creen en ellas mismas. Este miedo no solamente frena la acción del edadismo, sino que a su vez alimenta un círculo de inadecuación que puede vulnerar el contexto de búsqueda de empleo, esto afirma la mentora Mayte García.
La autoevaluación negativa cumple también un papel determinante en la experiencia de búsqueda de trabajo. Calificar el peso de la experiencia como un hecho sin peso no es más que un error que mina la autoestima y las verdaderas posibilidades de crecer. El pódcast recuerda que esta autoevaluación negativa es más devastadora que los propios estereotipos externos, puesto que lleva a renunciar a la búsqueda de trabajo sin tan siquiera haberlo intentado. Recuperar la confianza en uno mismo y en lo que uno mismo puede aportar se transforma en un primer paso de un cambio necesario para salir de este círculo vicioso.
El miedo a la transformación no es muy diferente. Admitir que los entornos laborales se transforman a gran velocidad puede suponer un factor adicional que genere angustia en quienes sienten que su bagaje ya respectivamente no tiene nada que ofrecer. Sin embargo, esta percepción a menudo no se corresponde con la realidad. Con el tiempo, la experiencia puede ser un valor diferencial si se acompaña de información y flexibilidad por parte de la persona.