El desarrollo de software ha entrado en una nueva etapa marcada por la IA. Lo que hace apenas unos años parecía una tecnología prometedora, se ha convertido en una herramienta prácticamente universal para los profesionales del sector.
Los datos más recientes revelan hasta qué punto la IA se ha integrado en los flujos de trabajo y cómo está transformando la productividad y la calidad del código.
Hace escasas horas se ha publicado el Informe DORA 2025, elaborado por Google Cloud, donde se afirma que el 90% de los desarrolladores de software ya emplean inteligencia artificial en su día a día.
Este nivel de adopción refleja una revolución silenciosa que está modificando tanto las rutinas individuales como la dinámica de las organizaciones, con implicaciones que van desde la eficiencia en la entrega de aplicaciones hasta la confianza que los equipos depositan en estas tecnologías.
La adopción masiva de la IA es una realidad
El informe DORA, que desde hace más de una década analiza las prácticas de los equipos de ingeniería de software, confirma que la IA ya no es un recurso aislado. Hoy forma parte del maletín de herramientas de prácticamente todos los profesionales tecnológicos.
La encuesta, realizada a más de 5.000 especialistas de todo el mundo, señala que el tiempo medio de uso diario se sitúa en unas dos horas, lo que demuestra un grado notable de integración en las rutinas laborales.
Este crecimiento supone un aumento del 14% en comparación con el año anterior. Además, el 65% de los encuestados reconoce utilizar IA de manera intensiva, con un 20% que asegura emplearla mucho y un 8% que afirma hacerlo de manera casi constante.
Los datos evidencian que la IA ha dejado de ser un experimento para convertirse en un aliado cotidiano de quienes construyen aplicaciones, sistemas y plataformas.
Beneficios inmediatos en productividad y calidad con la IA
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es que más del 80% de los desarrolladores de software reconoce que la IA ha mejorado su productividad.
El impacto no solo se refleja en la velocidad con la que se entregan proyectos, sino también en la calidad del producto final. Un 59% de los profesionales encuestados percibe mejoras claras en la solidez y limpieza del código generado con el apoyo de estas herramientas.
El efecto se multiplica a nivel organizacional. Los equipos que adoptan de manera sistemática la inteligencia artificial lanzan más aplicaciones y actualizaciones que aquellos que todavía dependen de métodos tradicionales.
Aunque persisten desafíos en materia de validación y pruebas antes de poner un producto en manos de los usuarios, la tendencia muestra que el uso de la IA se correlaciona directamente con un incremento en el rendimiento global de los equipos de ingeniería.
¿Hay confianza en la IA por todos por igual?
El entusiasmo por la productividad contrasta con la cautela que despierta la confianza en la IA. El informe DORA 2025 identifica una paradoja: mientras que un 24% de los encuestados afirma confiar mucho o muchísimo en estas herramientas, un 30% asegura confiar poco o nada.
Este hallazgo refleja que, si bien los desarrolladores valoran el aporte de la IA a la eficiencia, todavía no la consideran un sustituto completo de la supervisión humana.

Los investigadores señalan que esta desconfianza parcial puede interpretarse como un uso pragmático: la IA es vista como un apoyo que acelera tareas repetitivas o complejas, pero no como un reemplazo de la toma de decisiones críticas.
Así, la relación entre el desarrollador y la herramienta se basa en complementariedad más que en dependencia absoluta.
Diferencias entre tipos de equipos en el uso de la IA
El estudio también arroja luz sobre cómo varía el efecto de la inteligencia artificial según el contexto organizativo. En los equipos cohesionados y de alto rendimiento, la IA funciona como un amplificador de la eficacia.
En los entornos fragmentados, por el contrario, tiende a resaltar los puntos débiles, evidenciando problemas estructurales que no pueden resolverse únicamente con tecnología.
Para entender mejor estas diferencias, los investigadores han trabajado con siete arquetipos de equipo, desde los que logran un alto nivel de armonía hasta aquellos bloqueados por cuellos de botella heredados de sistemas antiguos.
Los resultados muestran que el factor humano y la cultura de trabajo tienen tanto peso como las herramientas tecnológicas a la hora de obtener beneficios tangibles de la IA.
Datos de otros informes sobre IA
La tendencia identificada por el informe DORA 2025 no es aislada. Un estudio de McKinsey & Company publicado en febrero de este año indica que el 75% de las empresas tecnológicas globales ya han implementado herramientas de IA en al menos una parte de su cadena de valor.
El mismo informe revela que aquellas organizaciones que han apostado por la IA en desarrollo de software experimentan un incremento de hasta el 35% en la velocidad de entrega de proyectos frente a sus competidores.
Asimismo, un informe de Gartner de enero de 2025 proyecta que para 2027 más del 80% de las aplicaciones empresariales serán desarrolladas con algún grado de apoyo de la IA.
Según la consultora, esta transición no solo reducirá el tiempo de lanzamiento al mercado, sino que también disminuirá el coste asociado a las fases de prueba y corrección.
Adoptar la inteligencia artificial, sin embargo, no garantiza automáticamente mejores resultados. El programa de investigación DORA ha presentado este año un modelo de siete capacidades clave que incluyen tanto factores técnicos como culturales.
Aspectos como la colaboración, la transparencia, la formación continua y la integración con procesos de seguridad se destacan como esenciales para maximizar el impacto de estas herramientas.