jueves, 25 septiembre 2025

La OCU alerta sobre los riesgos digitales: el lado oscuro de la vida online de los adolescentes

En un mundo cada vez más digitalizado, los adolescentes se encuentran expuestos a riesgos que, muchas veces, superan la capacidad de control de las familias. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), las redes sociales, las aplicaciones de mensajería y las plataformas de entretenimiento se han convertido en escenarios cotidianos para los menores, pero también en lugares donde aparecen peligros invisibles.

Un reciente estudio elaborado por la OCU y organizaciones de consumidores de varios países europeos revela que casi la mitad de los jóvenes españoles de entre 12 y 17 años reconoce haber sufrido algún tipo de amenaza online. Estos datos ponen sobre la mesa la urgencia de reforzar la educación digital y las medidas de protección para un colectivo cada vez más vulnerable.

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El impacto del tiempo de conexión en la vida cotidiana

Fuente: agencias

La OCU también se detuvo en analizar cuánto tiempo pasan los adolescentes conectados y qué consecuencias trae esta dedicación. En España, la media es de 174 minutos al día, es decir, casi tres horas. Aunque esta cifra es ligeramente inferior a la media europea (192 minutos), sigue siendo un tiempo elevado, sobre todo si se tiene en cuenta que aumenta con la edad o en familias con más dificultades económicas.

El 51% de los encuestados confesó haber intentado reducir el tiempo que pasa en internet. Muchos lo hicieron porque les restaba horas para actividades más atractivas o porque afectaba a su rendimiento escolar. Sin embargo, un 15% admitió sentirse incapaz de controlar su uso de la red, lo que refleja un problema creciente en términos de adicción digital.

Los datos muestran que el principal motivo de conexión es mantener el contacto con amigos y acceder a redes sociales. WhatsApp (97%), YouTube (90%), Instagram (85%) y TikTok (73%) lideran el ranking de aplicaciones más utilizadas. Según la OCU, estas plataformas se han convertido en la puerta de entrada a la vida social de los adolescentes, aunque también son los lugares donde aparecen con más frecuencia los riesgos detectados.


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