Una nueva carrera espacial está en marcha, pero esta vez no entre estados, sino entre empresas. Así lo afirma Audun Wickstrand Iversen, gestor del fondo DNB Disruptive Opportunities en DNB Asset Management, quien identifica en la industria espacial comercial un mercado en expansión, con ingresos recurrentes, aplicaciones civiles y un creciente protagonismo tecnológico.
Según DNB AM, más del 75 % del sector ya es de carácter privado, una proporción impensable hace apenas una década.
La industria, antes cíclica y dependiente de presupuestos públicos, muestra hoy signos de crecimiento estructural, con modelos de negocio escalables, márgenes elevados y flujos de caja estables. Esta transición abre oportunidades de inversión inéditas hasta ahora, tanto en conectividad como en observación terrestre o sistemas de lanzamiento.
“Para los inversores, la industria espacial comercial se está convirtiendo en un tema serio de infraestructura y tecnología, con potencial disruptivo y oportunidades de rentabilidad a largo plazo”, afirma Iversen.
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Starlink: ingresos de 3.800 millones de dólares y cinco millones de clientes
El ejemplo más emblemático es SpaceX, a través de su red de satélites Starlink. La compañía opera ya más de 7.000 satélites LEO (órbita baja) y ha superado los 5 millones de usuarios, con tarifas mensuales de entre 70 y 110 euros. En solo dos años, los ingresos han pasado de 1.190 millones de euros a una previsión de 3.820 millones de euros en 2024.
El objetivo a medio plazo es alcanzar 50 millones de clientes, lo que generaría entre 45.500 y 63.600 millones de euros anuales. A finales de 2024, la compañía fue valorada en aproximadamente 318.000 millones de euros, una cifra que triplica el valor bursátil de Equinor, el mayor grupo energético de Noruega.
AST SpaceMobile: 5G satelital sin torres ni fibra óptica
Una disrupción aún mayor podría venir de la mano de AST SpaceMobile, que desarrolla una red de 40 a 50 satélites previstos para finales de 2026, capaces de ofrecer cobertura móvil directamente a smartphones, sin necesidad de infraestructura terrestre.
El modelo permitiría ofrecer internet 5G global, con ventajas claras para operadores y consumidores: menor coste, mayor cobertura y despliegue más ágil. El ecosistema ya cuenta con socios estratégicos de primer nivel: Apple (con Globalstar), T-Mobile (con Starlink), Qualcomm, Iridium, Samsung, Nokia, Ericsson y Vodafone. La implantación de esta tecnología podría alterar profundamente el sector tradicional de las telecomunicaciones.
Más de 100 satélites para observar, medir y anticipar
Otra línea de negocio en expansión es la observación terrestre. Empresas como Spire Global ya operan más de 100 satélites dedicados a monitorizar con precisión variables meteorológicas, patrones atmosféricos y rutas marítimas. Estos datos son cada vez más relevantes para sectores como energía, agricultura, logística, seguros o defensa.
La caída de los costes de fabricación, junto con la mejora en la resolución de las imágenes, ha transformado el modelo productivo: si hace 20 años los satélites eran piezas únicas de ingeniería, hoy se fabrican en serie. Los satélites LEO tienen una vida útil de 6 a 9 años, lo que asegura una demanda constante de reemplazo, mantenimiento y actualización tecnológica.
El mercado de lanzamientos se multiplicará por 20 en 15 años
El segmento de lanzamientos espaciales también vive un auge notable. En 2014, el volumen global no llegaba a 1.820 millones de euros. Para 2030, se estima que alcanzará los 39.100 millones de euros aproximadamente, según datos de la FAA y Research & Markets.
Este crecimiento está impulsado por cohetes reutilizables, nuevos materiales, automatización y técnicas como la impresión 3D. La compañía Rocket Lab, fundada en 2006 por Peter Beck, ha desarrollado un modelo industrial de cohetes pequeños y económicos gracias a tecnologías modulares. En 2024, realizó su primer vuelo con satélite reutilizable, y muy próximamente se planea el lanzamiento de su nueva lanzadera Neutron.

Starship y la visión interplanetaria de Musk
SpaceX, por su parte, sigue avanzando en su proyecto Starship, un sistema de lanzamiento completamente reutilizable compuesto por el propulsor Super Heavy y la nave Starship. Es el objeto volador más grande jamás construido, con capacidad para transportar 100 toneladas de carga al espacio.
Ambas partes del sistema están diseñadas para ser recuperadas y reutilizadas mediante brazos mecánicos («Mechazilla»). En junio de 2025 se programaron nuevos vuelos de prueba. El propio Elon Musk ha anunciado su intención de realizar hasta 10 misiones a Marte antes de 2026, e incluso enviar a bordo al robot humanoide Optimus.
Carrera espacial: una mega tendencia con dimensión estratégica
Para los inversores, la conclusión es clara: el espacio ya no es solo ciencia ficción ni un terreno exclusivo de agencias públicas. Es una infraestructura crítica en construcción, con potencial disruptivo, márgenes crecientes, aplicaciones reales y empresas que generan miles de millones en ingresos.
“La industria espacial comercial representa una oportunidad de inversión con recorrido a largo plazo y un componente estratégico cada vez más evidente”, concluye Iversen desde DNB AM. Las claves: escalabilidad, diversificación, innovación tecnológica y retorno ajustado al riesgo.
Los próximos cinco años serán decisivos para las compañías que lideren esta nueva industria y para los inversores que sepan anticiparla.