Desde hace ya cierto tiempo, la longevidad y el envejecer se han convertido en una apuesta por una existencia más plena, enriquecida, capaz y consciente. El verdadero reto no consiste en llegar a ser viejo, sino que se ha ido enfocando en la forma en la que llegamos a esa etapa vital. Se trata de hacerlo con capacidad, lucidez y vitalidad.
Precisamente en este sentido, la Dra. Sari Arponen ofrece un punto de vista que se aleja de la visión trágica del envejecimiento para ofrecer un enfoque más integrador que combina la ciencia con la responsabilidad individual. Este planteamiento parte de una idea clara: alargar la vida no puede suponer hacerlo desde una base de fragilidad, la clave es la transformación en un ser antifrágil, al que la adversidad le permite crecer.
2LOS PILARES DE LA LONGEVIDAD

La Dra. Arponen establece una clara senda hacia el bienestar duradero, englobando precisamente cinco pilares: movimiento, alimentación, descanso, naturaleza y equilibrio biológico. El del movimiento se trata de un fundamento irrenunciable que ataca -por su propio peso-a acciones dañinas para nuestra salud, como puede ser el sedentarismo que nos caracteriza en la contemporaneidad. Caminar, el entrenamiento de fuerza, el hecho de estar activamente ocupados durante todo el día son algunas de las prácticas que se traducen en una respuesta positiva y directa en lo que a la longevidad respecta.
Por otro lado, la alimentación es una cuestión clave. Evitar los ultraprocesados implica una actitud radical, pero lógica siempre y cuando el objetivo final se basa en contener enfermedades, pero a su vez recuperar la vitalidad. Una dieta pesco-mediterránea, rica en vegetales, llena de pescados y de grasas saludables, se convertirá en esa marcha a mayores que cada uno de nosotros puede adaptar fácilmente a su propia alimentación.
El descanso es otro de los factores a tener en cuenta en materia de envejecimiento saludable. Dormir en oscuridad, en un espacio fresco y libre de pantallas, ayudará a sincronizar el reloj biológico y contribuirá a la regeneración. En esta línea, el contacto con el mundo de la naturaleza hace las veces de medicina ancestral. El mismo sentido —vista y oído— permiten prevenir deterioros relacionados con el aislamiento cognitivo.
Además, es importante señalar los propios mecanismos biológicos internos de nuestro cuerpo. La microbiota intestinal y el equilibrio hormonal son fuerzas invisibles que se dedican a marcar y producir el ritmo del envejecimiento. Atenderlos con estrategias de autocuidado, como la salud oral o la administración del ciclo menstrual en el caso de las mujeres, permitirá a nuestro propio organismo conservar vitalidad y energía, independientemente del año de nacimiento que aparezca en nuestro DNI.