sábado, 20 septiembre 2025

“No son juegos, son salas de captación”: sargento de Guardia Civil revela el riesgo oculto en Fortnite y Roblox

Un sargento de la Guardia Civil lanza una advertencia sobre el uso que las redes criminales hacen de los videojuegos más populares. El proceso de captación comienza con una simple amistad dentro del juego y puede derivar en delitos graves.

La realidad oculta de Fortnite va mucho más allá de bailes virales y construcciones frenéticas, escondiendo una faceta sombría que muchos padres desconocen. La demoledora frase, «no son juegos, son salas de captación», pronunciada por un sargento de la Guardia Civil, resuena como un trueno en el debate sobre la seguridad de los menores en internet, pues un agente de la Benemérita ha alertado sobre el uso de estos juegos como criaderos de delincuentes. ¿Es posible que el popular battle royale sea un campo de minas?

Este preocupante fenómeno no se limita al universo de Epic Games, ya que la advertencia del sargento de la Guardia Civil también pone el foco en Roblox. El problema es que estos universos virtuales, diseñados para el entretenimiento y la socialización, se han convertido en un nuevo coto de caza, porque las redes criminales aprovechan la confianza y la inocencia de los niños para reclutarlos. La pregunta ya no es si existe el riesgo, sino cómo podemos detectarlo antes de que sea tarde.

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EL CABALLO DE TROYA EN LA HABITACIÓN DE TUS HIJOS

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Pocos fenómenos han penetrado en los hogares con la fuerza de Fortnite. Su acceso gratuito, su disponibilidad en todas las consolas y móviles y su componente social lo convierten en el epicentro del ocio juvenil, pero los menores bajan la guardia en un entorno que perciben como completamente seguro y lúdico. Este caldo de cultivo es precisamente lo que buscan las organizaciones criminales, un lugar donde los niños y adolescentes son accesibles, confiados y, a menudo, carecen de supervisión directa mientras se sumergen en este juego online.

El gran peligro reside en el anonimato que ofrece la red, una herramienta que los delincuentes manejan a la perfección. Dentro de una partida de Fortnite, es imposible distinguir a un niño de doce años de un adulto con intenciones delictivas, pues los depredadores se camuflan como un jugador más para ganar su confianza a través del juego compartido. Se presentan como amigos, ofrecen ayuda para superar misiones o incluso regalan objetos virtuales para crear un falso vínculo de camaradería que es la primera pieza de su siniestro engranaje.

DE LA PARTIDA AMISTOSA AL PRIMER CONTACTO

Lo que empieza como una simple invitación a jugar en equipo puede ser el inicio de un calculado proceso de manipulación. El primer paso es siempre generar una conexión emocional dentro del propio Fortnite, donde el captador se muestra como un aliado incondicional, porque el objetivo inicial es construir un lazo de aparente amistad y dependencia con el menor. Ofrece pavos, la moneda del juego, ayuda a ganar partidas y elogia sus habilidades, creando una deuda emocional que más tarde no dudará en cobrar.

Una vez que la confianza está establecida, el siguiente movimiento es crucial para sus intereses. El captador propondrá seguir la conversación fuera del videojuego de Epic Games, en plataformas con menos control parental como Discord o WhatsApp, pues buscan sacar al menor del entorno supervisado de Fortnite a canales de comunicación privados. Es en ese espacio íntimo donde comienza la verdadera captación, lejos de posibles moderadores y de la mirada de otros jugadores, aislando a la víctima de su entorno seguro.

¿QUÉ BUSCAN EXACTAMENTE ESTOS «CAPOS» DIGITALES?

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La captación no siempre persigue fines tan extremos como el terrorismo, que aunque existen, son minoritarios. En la mayoría de los casos, las redes buscan peones para sus operaciones a pequeña escala, porque los jóvenes son utilizados como ‘mulas’ para blanquear pequeñas cantidades de dinero a través de compras o transferencias. Les piden su número de cuenta a cambio de una comisión, les hacen recibir paquetes o les incitan a participar en estafas de phishing sin que apenas sean conscientes de la gravedad de sus actos en este entorno digital.

En los escenarios más graves, el control sobre el menor se intensifica. La manipulación puede escalar hasta la extorsión, a menudo utilizando imágenes íntimas que el propio menor ha compartido engañado, y la captación puede derivar en delitos de extorsión o la distribución de contenido ilícito bajo amenaza. El popular título multijugador se convierte así en la puerta de entrada a un mundo delictivo del que es muy difícil salir, donde los niños pasan de ser jugadores a ser cómplices o víctimas directas de la red criminal.

LAS SEÑALES DE ALARMA QUE NINGÚN PADRE DEBERÍA IGNORAR

Detectar que algo no va bien requiere observación y conocimiento de los patrones de comportamiento asociados a estos peligros. Un joven que de repente se vuelve extrañamente reservado con sus dispositivos, que cierra la pantalla cuando un adulto entra en la habitación o que muestra una irritabilidad desmedida si se interrumpe su experiencia de juego, puede estar ocultando algo, porque un cambio brusco de comportamiento al jugar a Fortnite es una de las principales señales de alerta. Es fundamental no minimizar estas actitudes como «cosas de la edad».

Otro indicio clave está en lo material. La aparición repentina de dinero, tarjetas de prepago o regalos caros como nuevas skins o periféricos que no se corresponden con su paga es un motivo de preocupación inmediato, ya que la llegada de obsequios o dinero cuya procedencia no pueden explicar debe encender todas las alarmas. También hay que prestar atención a si empiezan a usar una jerga extraña, a expresar ideas radicales o a mencionar a un «amigo» online del que no quieren dar ningún detalle, sobre todo si pasan horas en el mundo de Fortnite.

PROTEGER SIN PROHIBIR: LA DELGADA LÍNEA ROJA

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La solución no es demonizar a Fortnite ni arrancarle el mando de las manos a nuestros hijos. Prohibir sin explicar solo genera secretismo y les deja aún más indefensos, porque la confianza es la herramienta más poderosa para que un menor se atreva a pedir ayuda si se siente amenazado. Es crucial sentarse con ellos, interesarse por sus partidas, conocer a sus «amigos» virtuales y, sobre todo, hablarles con claridad sobre los riesgos que existen en el ecosistema de Epic, enseñándoles a proteger su privacidad y a desconfiar de quien les pida algo a cambio.

Vivimos en una era digital de la que es imposible escapar, y los videojuegos como Fortnite son el nuevo parque del barrio, con sus luces y sus sombras. Equipar a los jóvenes con pensamiento crítico y habilidades para identificar el peligro es una responsabilidad compartida entre las familias y el sistema educativo. La partida más importante no se juega en la isla del juego, sino en casa, y requiere que los adultos estemos presentes, informados y dispuestos a actuar antes de que la pantalla se apague y el problema sea real.


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