sábado, 20 septiembre 2025

«Caminas sobre un mar de 200 millones de años»: Laura Sanz (42), paleontóloga, te enseña a tocar huellas de dinosaurio en esta playa de Asturias.

La paleontóloga Laura Sanz guía una experiencia sensorial que convierte un paseo por la costa en un viaje al Período Jurásico, demostrando que la ciencia puede ser una aventura emocionante. Este yacimiento forma parte de la "Costa de los Dinosaurios", un tramo del litoral asturiano entre Gijón y Ribadesella repleto de vestigios paleontológicos de incalculable valor.

Hay lugares donde un simple paseo por la orilla se convierte en un viaje en el tiempo y la paleontóloga Laura Sanz lo sabe bien; por eso, al llegar a la Playa de La Griega, sus palabras resuenan con la fuerza del oleaje: “aquí caminas sobre un mar de 200 millones de años”. Tocar estas huellas de dinosaurio es una experiencia que te reinicia por dentro, y la clave, según nos cuenta, es aprender a mirar las piedras con otros ojos. ¿Imaginas sentir bajo tus dedos el rastro de un gigante que dominó el mundo?

La fantasía de nuestra infancia se hace tangible en este rincón de la costa asturiana, transformando el paisaje en una auténtica expedición a un mundo perdido y fascinante. Para la experta Laura Sanz, estas icnitas del Jurásico no son solo rocas con formas curiosas, sino la prueba física de un instante congelado para siempre. La sensación de conectar de una forma tan íntima con el pasado es casi irreal y te invita a preguntarte qué historia esconde cada una de estas marcas.

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LA PLAYA DONDE EL TIEMPO SE DETUVO HACE MILENIOS

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Pocas veces un paisaje costero es, en realidad, un portal a otra era geológica, pero la Playa de La Griega, a pocos kilómetros de Colunga, es exactamente eso. El sonido de las olas que rompen en la orilla se mezcla con el eco de unas pisadas colosales, y aquí la marea baja no solo descubre arena y conchas, sino que desvela unas impresionantes huellas de dinosaurio que nos conectan con la inmensidad del tiempo.

Bajo la guía experta de Laura Sanz, esas hendiduras en la roca cobran vida y dejan de ser simples marcas para convertirse en la narración de un día cualquiera en el Jurásico. Lo que vemos, según explica, son pisadas prehistóricas conservadas en el fango de una antigua laguna costera que el tiempo convirtió en piedra. Es una lección de humildad que nos enseña que la historia de la Tierra no es algo ajeno, sino un legado que pisamos a diario.

¿CÓMO ES POSIBLE TOCAR EL PASADO CON TUS PROPIAS MANOS?

Apoyar la mano sobre la fría superficie de la roca y sentir la textura y profundidad de las marcas es una sensación que estremece. El tamaño de la pisada de saurópodo, una de las más grandes del mundo, es tan descomunal que la palma apenas cubre una pequeña fracción. En ese instante, como bien describe la paleontóloga Laura Sanz, la mente vuela y te imaginas la pata gigantesca que se posó justo ahí, dejando un testimonio que ha desafiado a la erosión y al olvido.

El secreto de su conservación, que parece casi un milagro, reside en la propia geología de la costa asturiana. Estos antiguos sedimentos, que hoy forman las rocas del acantilado, se depositaron en un mar interior protegido del oleaje fuerte. Laura Sanz insiste en que “caminas sobre un mar de 200 millones de años” porque, literalmente, esas capas de fango calcáreo sellaron las marcas de saurópodos para la eternidad, permitiéndonos hoy este contacto directo con un pasado remoto.

EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE LA COSTA DE LOS DINOSAURIOS

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Aunque las icnitas de La Griega son las más espectaculares por sus dimensiones, no son las únicas maravillas que esconde esta franja costera que se extiende entre Gijón y Ribadesella. En realidad, todo el entorno es un tesoro paleontológico, donde otros yacimientos cercanos revelan más vestigios del Jurásico, como rastros de estegosaurios y de dinosaurios carnívoros terópodos. Cada acantilado y cada playa de esta zona guardan secretos de la era de los gigantes.

La experiencia que propone Laura Sanz va más allá de la simple observación; es una inmersión en un ecosistema desaparecido. “Caminas sobre un mar de 200 millones de años”, nos repite, para que comprendamos que no solo vemos pisadas, sino que estamos interpretando el comportamiento de estos animales. Estas señales fosilizadas nos hablan de su forma de moverse, de su tamaño y hasta de su vida en un entorno que hoy nos resultaría completamente irreconocible.

LA HISTORIA QUE CUENTAN UNAS PISADAS GIGANTESCAS

El autor de las icnitas más famosas de La Griega no fue un dinosaurio cualquiera. Hablamos de un saurópodo, uno de los animales terrestres más colosales que han existido, un herbívoro de cuello larguísimo y cola interminable que podía superar los veinte metros de longitud. Las depresiones que dejó su paso, de hasta 1,25 metros de diámetro, nos dan una idea precisa de su envergadura y del peso que la tierra tuvo que soportar a cada paso.

Cada detalle en el legado de los gigantes es una pista para los científicos como Laura Sanz. El reborde abultado que rodea las depresiones, por ejemplo, corresponde al barro que se desplazó hacia los lados en el momento exacto de la pisada, un detalle que ha sobrevivido 150 millones de años. Es la prueba, según la experta, de que la ciencia puede ser una experiencia sensorial, una forma de tocar literalmente el pasado.

«CAMINAS SOBRE UN MAR DE 200 MILLONES DE AÑOS»: LA EXPERIENCIA FINAL

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La aventura en la Playa de La Griega es mucho más que una simple excursión para ver fósiles; es una profunda reflexión sobre la fugacidad de nuestra existencia. Cuando sientes el rastro de los colosos bajo tus pies, la frase “caminas sobre un mar de 200 millones de años” deja de ser una metáfora para convertirse en una realidad abrumadora. Te das cuenta de que la historia de la Tierra es un patrimonio silencioso que nos rodea y espera a ser descubierto.

Al alejarte de la playa, con la imagen de esas marcas grabada en la memoria, la percepción del mundo cambia para siempre. Ya no ves solo rocas, sino historias; no ves solo un paisaje, sino el escenario de un pasado inimaginable. La paleontóloga Laura Sanz consigue, con su pasión y conocimiento, que una visita a estas huellas de dinosaurio se transforme en una conexión emocional y física con criaturas que, aunque extintas, dejaron su marca para retar al tiempo.


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