En la mesa de millones de hogares en todo el mundo, el queso se ha convertido en uno de los productos lácteos más consumidos gracias a su versatilidad y a los beneficios que ofrece para la salud. Entre todas las variedades disponibles, dos han destacado especialmente en los últimos tiempos: el queso cottage y el queso fresco.
Ambos quesos cuentan con defensores fieles y características nutricionales que los hacen muy atractivos, pero también despiertan una pregunta que muchos se hacen antes de añadirlos a la lista de compras: ¿cuál de los dos es mejor? En este artículo te contaremos sus principales diferencias, los beneficios de cada uno y cómo elegir el que mejor se adapte a tu estilo de vida.
1El queso cottage: un aliado de las dietas ligeras
                                
                            El queso cottage ha ganado un lugar privilegiado en las neveras de quienes buscan cuidar su alimentación. Su textura granulosa y ligera lo convierte en un alimento versátil, pero lo que realmente lo ha hecho popular es su aporte nutricional. Por cada 100 gramos, ofrece alrededor de 12 gramos de proteínas y apenas entre 1% y 4% de grasa, lo que se traduce en unas 80 calorías.
Esta combinación lo convierte en una opción ideal para deportistas y personas que siguen planes de adelgazamiento o de ganancia de masa muscular. La caseína que contiene, una proteína de digestión lenta, ayuda a mantener la saciedad durante más tiempo y favorece la recuperación muscular tras la actividad física. Además, incluye minerales esenciales como calcio, potasio, fósforo, sodio y magnesio, siendo este último clave en la recuperación muscular.
Otro de sus puntos a favor es la presencia de ácidos grasos omega 3 y 6, que contribuyen a la salud cardiovascular, y vitaminas como la A y la B12, imprescindibles para el sistema nervioso y la formación de glóbulos rojos. Por todo esto, el cottage no solo es un alimento ligero, sino también un aliado de quienes buscan rendimiento y bienestar.




 



