La decisión de la Cadena COPE de lanzar autopromociones con sus dos locutores estrella de la mañana criticando la postura del Gobierno respecto al genocidio de Israel está provocando un dolor de cabeza entre la Conferencia Episcopal.
Carlos Herrera, el buque insignia de la programación de la emisora episcopal COPE, y su nuevo compañero Jorge Bustos han dedicado editoriales enteros a cargar contra la izquierda por su postura en el conflicto de Gaza.
AUTOPROMOCIONES
En medio de este escenario, COPE ha lanzado cuñas promocionales con fragmentos seleccionados de estas opiniones, ensalzando a sus comunicadores por decir lo que otros no se atreven y utilizando sus voces en un contexto claramente editorializado.
Frases de Herrera o Bustos criticando a la izquierda por su apoyo a Palestina se repiten en las pausas publicitarias como si fueran lemas de una campaña electoral. Estos cortes, que se insertan entre espacios musicales, boletines horarios o antes de los programas deportivos, normalizan un discurso militante en una emisora de la Iglesia Católica, que —al menos en teoría— debería mantener cierta distancia con el partidismo y favorecer un enfoque humanista, no propagandístico.
Paradójicamente, mientras El Vaticano ha reiterado su condena a la violencia en Gaza y ha exigido protección para los civiles palestinos, los micrófonos de COPE —especialmente en Deportes y en los programas matinales— parecen ponerse paños calientes y criminalizar la postura de la izquierda.
La cobertura mediática en España de las protestas contra la participación del equipo Israel‑Premier Tech en La Vuelta ha desatado fuertes críticas, especialmente hacia COPE. Estrellas como Juanma Castaño, Manolo Lama y Paco González han adoptado una línea clara, que muchos consideran proisraelí, generando preocupación incluso en ámbitos vinculados a la Iglesia.

La discrepancia entre lo que dice la emisora deportiva de COPE y lo que proclama la doctrina oficial de la Iglesia Católica resulta cada vez más evidente. El punto de partida fue una serie de incidentes durante La Vuelta: manifestaciones pacíficas que desplegaron pancartas palestinas, bloqueos temporales del recorrido y protestas que obligaron a suspender la última etapa.
Juanma Castaño, en relación a las protestas de Bilbao, habló de manifestantes que, según él, celebraban muertes de guardias civiles, policías o concejales, sin aportar pruebas claras. Afirmó que quienes portaban banderas palestinas seguro que, en otras circunstancias, estarían celebrando muertes injustas. Otro momento polémico fue cuando consideró que esas manifestaciones, aunque pacíficas, eran un tipo de extorsión hacia el evento deportivo.
Manolo Lama, que no abrió la boca para quejarse del veto que sufrieron los deportistas rusos en 2022, usó un tono más despectivo: dijo que la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, «posiblemente no ha montado en una bicicleta en su vida», en relación con su respaldo al sentir solidario con Palestina. Ese enfoque ha generado reacciones de incomodidad.
Entre quienes creen que el deporte tiene espacio de reflexión política, han criticado que COPE minimice lo político, que criminalice la protesta y que exageren la dimensión del conflicto dentro del contexto deportivo. Se reprocha que los periodistas tiendan a enfatizar incidentes menores como si fuesen sinónimo de violencia estructural, ignorando el trasfondo humanitario del conflicto y la gravedad de denuncias internacionales respecto a la situación en Gaza.
El contraste es aún más marcado si se recuerda la doctrina social de la Iglesia Católica, que coloca la defensa de los derechos humanos, la protección de civiles, el respeto a la vida y la justicia como obligaciones morales. En numerosos pronunciamientos recientes, miembros de la Iglesia han condenado el sufrimiento de la población civil en Gaza, han pedido el alto al fuego, el respeto del derecho humanitario, y han señalado que la religión no permite instrumentalizar el dolor ajeno ni la protesta legítima.
La línea de Deportes COPE, en cambio, parece en muchos programas irrestrictamente defensora de un punto de vista determinado. La emisora episcopal ha sido acusada de una cobertura sesgada: se pone énfasis en el desorden potencial, en el riesgo para los deportistas, en lo que se dice como afrenta al orden, mientras que lo que para muchos manifestantes es una expresión política legítima queda reducido a episodios de violencia.