jueves, 18 septiembre 2025

‘La Promesa’: el barón de Valladares chantajea a Catalina con sus hijos y consigue echarla del palacio

La trama de La Promesa alcanza un nuevo encuadre de la tensión, de amenazas, secretos, decisiones que condicionaran la lealtad de cada uno de los personajes. El regreso de las intrigas del barón de Valladares, la debilidad de Catalina, las sospechas de Manuel y la crisis de Vera son un fragmento de las tramas que se entrelazan en este momento cumbre del relato. Cada poro del palacio despide incertidumbre y desconfianza, como si las mismas paredes fueran cómplices de la novela.

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SOSPECHAS, RUMORES Y UN FUTURO INCIERTO

SOSPECHAS, RUMORES Y UN FUTURO INCIERTO
Fuente: RTVE

Paralelamente a las presiones del barón, Manuel va teniendo los primeros indicios y la primera sospecha de Enora: sus actitudes evasivas, su mirada esquiva… son instintos que nacen en el heredero de los Luján. Esa distracción, que en un principio le hacía gracia, empieza a agravarse en un secreto que puede llegar a tener consecuencias negativas. Cada instante de silencio de Enora hacen reafirmar a Manuel su certeza de que hay algo importante disimulando en la lejanía de su sonrisa.

Los rumores corren más rápido que el aire en la cocina, donde el sonado «boda de Toño y de Enora» se hace eco a modo de conversación habitual. Para Simona, el rumor le produce alegría, porque su mente empieza a idear que su hijo puede ser feliz junto a ella y que puede quedarse en ese estado del placer por el que siempre había suspirado, desde que era joven, para saber que su hijo puede llegar a estar contento, feliz. El sueño de una madre y las habladurías, que se confunden una y otra vez, le dan a la rutina cotidianeidad, ilusiones, esperanzas.

Mientras todos celebran esas ilusiones sin freno en ‘La Promesa’, Vera que incluso las había utilizado, se da cuenta de que es muerta para ella, una crisis que la aleja cada d{ia un poco más de las personas que quieren. Sus amigos, vaivenes de una mano que quieren ofrecerle, han de ver cómo ella ha dejado de hacer pruebas, de soplar al viento; ya no hay ni ilusión, ni truco, etc., porque cuando la soledad empieza a ser una vida es una carga que la dedica a ella misma y de la que no puede escapar.


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