Las confesiones de Lolita Flores no dejan indiferente a nadie. A sus 67 años, la cantante y actriz ha vuelto a demostrar que habla sin filtros, sin miedo a la polémica y con la franqueza que siempre la ha caracterizado. En una entrevista concedida a Julia Otero en Onda Cero, la hija de Lola Flores se ha sincerado sobre los problemas económicos que ha atravesado a lo largo de su vida, en especial los relacionados con su deuda millonaria con Hacienda, pero también ha hablado de su carrera profesional, de su visión sobre el amor, de la muerte de su hermano Antonio, de la vivienda y de las desigualdades sociales que la indignan profundamente. Todo ello en el marco del estreno en Barcelona de Poncia, la obra teatral en la que da vida a la criada de La casa de Bernarda Alba, un personaje complejo que revive los fantasmas de Lorca y que ha servido de telón de fondo para que la artista se muestre más sincera que nunca.
3El punto de vista de Lolita Flores

Esta forma de expresarse, sin filtros y sin miedo, es la que ha convertido a Lolita en una de las voces más respetadas del panorama artístico y mediático español. En su entrevista no buscaba generar titulares fáciles, sino compartir su verdad, incluso cuando esta es incómoda. Al hablar de Hacienda, de sus problemas de vivienda, de los créditos y de las inspecciones, no dudó en señalar directamente a quienes considera responsables. Al hablar de la muerte de Antonio, mostró su dolor pero también la fortaleza de una familia que ha sabido sobreponerse a golpes devastadores. Y al hablar del amor, dejó claro que vive con plenitud, sin necesidad de justificar sus decisiones.
El estreno de Poncia ha servido como excusa para esta conversación, pero lo cierto es que la entrevista se convirtió en un repaso por la vida de una mujer que no se calla y que se abre en canal ante los micrófonos. Su interpretación en la obra de Lorca, con monólogos y diálogos con fantasmas, refleja de algún modo sus propios fantasmas personales: la presión económica, la muerte de los seres queridos, la lucha por la estabilidad y la búsqueda de la felicidad. Como la Poncia que encarna, Lolita Flores habla desde la experiencia y desde la honestidad, recordando que las heridas marcan, pero no impiden seguir adelante.
Con todo, sus palabras resuenan con fuerza porque conectan con la realidad de muchas personas que, como ella, han tenido que vender propiedades, recurrir a préstamos o reinventarse para sobrevivir. La diferencia es que, en su caso, todo ha sido público, expuesto bajo el escrutinio mediático y convertido en tema de debate. Pero su valentía al contarlo, al ponerle voz y rostro, transforma su historia en un testimonio que trasciende lo personal. Lolita Flores, sin pelos en la lengua, ha vuelto a demostrar que no se esconde y que, pese a las deudas, las pérdidas y las dificultades, sigue de pie, sobre el escenario y ante la vida.