La intriga palaciega siempre es atractiva a la vista del espectador. Una combinación de pasiones reprimidas , estrategias ocultas y ambiciones descontroladas convierte cualquier espacio noble en un tablero de ajedrez en el que puede dar la vuelta a la historia con cualquier movimiento . En La Promesa la intriga se va haciendo más marcada por la presencia del barón de Valladares, cuya ambición desmedida pone patas arriba a los Luján y al propio palacio. El poder y la manipulación son las auténticas armas de la historia , en la que todos los personajes se encuentran ante dilemas que no sólo lo revelan su carácter, sino que condicionan el futuro inmediato de la trama.
3AMBICIÓN SIN FRONTERAS EN LA PROMESA

Una parte muy importante que caracteriza al barón de Valladares es su insaciable deseo de poder. Desde el mismo momento de su llegada, ha dejado a las claras que su apetito por él es inagotable y que está dispuesto a cruzar los límites que sean necesarios, por muy lejanos que sean, con tal de imponerse. Cualquier movimiento que realiza es calculado, tal como si el palacio fuese un tablero y el resto tuviese como única posibilidad si acaso la de actuar como meros peones.
Su última amenaza contra los Luján implica una línea roja que muchos creían infranqueable. Ya no se trata de simples estrategias políticas ni de juegos de poder: el barón ha empezado a jugar en un terreno extremadamente peligroso, en donde cualquier tipo de consecuencia puede ser irreversible. Esa capacidad para intimidar pone de manifiesto que su táctica no es que sea fría, sino que además es despiadada.
A la espera del desenlace y en contraste con las luchas emocionales del resto de los personajes, Valladares personifica la ambición pura, carente de adornos ni más ni menos que de esas justificaciones sentimentales; lo único que le importa es incrementar el poder y, para conseguirlo, sacrificar la de por sí frágil estabilidad del palacio, incluso poner en jaque a familias enteras. Él representa el peligro exterior que amenaza y acecha a todos/las, el que se encuentra en la última frontera, el peligro más grande y más enorme que puede llegar disfrazado de nobleza.