La intriga palaciega siempre es atractiva a la vista del espectador. Una combinación de pasiones reprimidas , estrategias ocultas y ambiciones descontroladas convierte cualquier espacio noble en un tablero de ajedrez en el que puede dar la vuelta a la historia con cualquier movimiento . En La Promesa la intriga se va haciendo más marcada por la presencia del barón de Valladares, cuya ambición desmedida pone patas arriba a los Luján y al propio palacio. El poder y la manipulación son las auténticas armas de la historia , en la que todos los personajes se encuentran ante dilemas que no sólo lo revelan su carácter, sino que condicionan el futuro inmediato de la trama.
2EL ECO DEL DOLOR ENTRE CRIADOS Y SIRVIENTES

En correlato con el juego de los nobles, van surgiendo tensiones en la servidumbre. Santos, en su habitual crueldad, se encarga de poner en práctica la parte más amarga del poder ejercido desde la miseria y el sinsentido. El placer que siente al hacer pasar a Ricardo las faenas más pesadas, muestra la humillación como un recurso de dominación. No se trata sólo de trabajo sino que es un recurso para marcar jerarquías de una forma inhumana.
Ricardo en ‘La Promesa’, el antiguo mayordomo de la casa, llega a un lugar de desigualdad que revela la crueldad del nuevo rumbo de la casa. Cada una de los órdenes que recibe Sandoa está marcada por un desprecio aflictivo que lo hace caer en el papel trágico del obediente con recuerdos de dignidad (y del sobrino que fue). La degradante de la entidad de su puesto demuestra hasta qué punto la dominación puede aplastar voluntades.
Mientras Lope y Vera son una historia de matiz diferente, cargada de intensas emociones reprimidas. Su ruptura, es una ruptura que ha dejado huellas pero que a su vez ha creado un clima tenso entre el resto de los personajes. En la rigidez de los gestos de Vera se evidencia que el dolor no se ha extinguido, es una herida abierta.