La DGT te multa desde el cielo y ni te enteras, porque ha perfeccionado un sistema de vigilancia que opera sobre nuestras cabezas sin que apenas nos demos cuenta, y estos drones son casi indetectables desde el asfalto por su altitud y su tamaño. ¿Imaginas que esa pequeña mota que ves en el cielo es en realidad un ojo mecánico observando si llevas el cinturón? La respuesta podría sorprenderte y, sobre todo, costarte un buen pellizco en el bolsillo.
Muchos conductores desconocen el nivel de sofisticación que maneja la Dirección General de Tráfico en estos operativos, pues la tecnología de estos aparatos permite captar imágenes nítidas a gran distancia sin necesidad de sobrevolar directamente encima de los vehículos. Esa sensación de que nadie te ve cuando cometes una pequeña imprudencia tiene los días contados. El control aéreo no descansa y su eficacia para sancionar está más que demostrada, cambiando las reglas del juego en la carretera.
EL OJO QUE TODO LO VE A 120 METROS DE ALTURA
Puede que pienses en los helicópteros Pegasus, pero la DGT ha encontrado en los drones unos aliados mucho más versátiles y discretos para su labor de control aéreo, ya que pueden operar a 120 metros de altura con una autonomía de vuelo de hasta 40 minutos. Desde esa distancia, un coche es solo un punto en movimiento, pero sus cámaras de alta definición son capaces de capturar con una claridad pasmosa si estás manipulando el teléfono móvil mientras conduces.
La clave de su éxito es el sigilo. A diferencia de un helicóptero, cuyo ruido delata su presencia a kilómetros, estos aparatos de la DGT son increíblemente silenciosos, lo que significa que el conductor rara vez es consciente de que está siendo vigilado desde el aire. Este factor sorpresa es fundamental para que la herramienta sea efectiva, pues permite captar los comportamientos de riesgo más habituales que, por desgracia, siguen estando detrás de una enorme cantidad de accidentes en nuestra red viaria.
NO SON JUGUETES: ASÍ ES UN OPERATIVO AÉREO DE TRÁFICO
Lejos de ser un sistema automatizado que vuela por sí solo, detrás de cada uno de estos drones hay un equipo humano altamente cualificado. El operativo estándar de la DGT se compone de dos personas: un piloto que controla la aeronave y un operador de cámara, y ambos son agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Ellos son los que deciden dónde y cuándo actuar, buscando los puntos más conflictivos o las carreteras secundarias donde las imprudencias son más frecuentes.
La agilidad es su gran ventaja. Un equipo puede desplegarse en cuestión de minutos en casi cualquier lugar, sin necesidad de grandes infraestructuras, pues el centro de mando se instala en un vehículo de apoyo cercano a la zona de vigilancia. Desde allí, el operador recibe las imágenes en tiempo real en una pantalla y, si detecta una infracción, graba la secuencia de vídeo que servirá como prueba irrefutable. La coordinación con patrullas en tierra es total, aunque no siempre se notifica en el acto.
¿QUÉ BUSCAN REALMENTE ESTOS VIGILANTES SILENCIOSOS?
Si te preocupa el exceso de velocidad, respira tranquilo, porque los drones de la DGT no están para eso. Su objetivo principal son las distracciones, y el uso del teléfono móvil al volante es la infracción estrella que persiguen estas aeronaves. La capacidad de sus cámaras para hacer zoom permite ver perfectamente si un conductor está enviando un mensaje, navegando por redes sociales o simplemente hablando con el móvil en la mano, una de las conductas más peligrosas que existen.
Junto al móvil, el otro gran foco de atención es el cinturón de seguridad y los sistemas de retención infantil. La DGT insiste en que su uso salva vidas, por lo que la vigilancia se centra en comprobar que todos los ocupantes del vehículo lo llevan correctamente abrochado. También se fijan en otras imprudencias graves, como realizar adelantamientos en línea continua, no respetar la distancia de seguridad o ejecutar maniobras temerarias que pongan en peligro al resto de usuarios.
LA ‘RECETA’ LLEGA A CASA: ¿CÓMO TE NOTIFICAN LA MULTA?
Una vez que el dron ha grabado la infracción, el proceso sancionador se pone en marcha de forma imparable. Los agentes envían el vídeo como prueba al Centro de Tratamiento de Denuncias Automatizadas, y la grabación incluye datos del día, la hora y la ubicación exacta del vehículo infractor. Este material audiovisual tiene plena validez legal y es la base sobre la que la DGT tramita la correspondiente propuesta de sanción, que suele ser difícil de recurrir por la claridad de las imágenes.
No esperes que una patrulla te pare unos metros más adelante para darte la mala noticia. En la mayoría de los casos, el conductor sigue su camino sin saber que ha sido «cazado», pues la notificación de la sanción de Tráfico llega directamente al domicilio del titular del vehículo semanas después. Esta carta incluye un fotograma de la infracción y un código para poder visualizar el vídeo completo en la web, despejando cualquier duda sobre la veracidad de los hechos denunciados.
¿ES ESTE EL FUTURO DE LA VIGILANCIA EN CARRETERA?
La apuesta de la DGT por esta tecnología es firme y decidida. La flota de drones no para de crecer y su radio de acción se expande por todo el territorio nacional, convirtiéndose en un complemento esencial de los radares y los helicópteros, porque estos dispositivos ofrecen una versatilidad que ningún otro sistema de vigilancia posee. Son más económicos, más discretos y pueden llegar a lugares donde otros medios lo tienen mucho más complicado, como tramos urbanos o carreteras de montaña.
Al final, más allá del afán recaudatorio que muchos puedan ver, el objetivo último es cambiar hábitos y concienciar al conductor. La sensación de poder ser vigilado en cualquier momento y lugar es un poderoso disuasorio, pues saber que un ojo invisible puede estar observándote te obliga a mantener la concentración. Quizá ese sea el verdadero valor de estos pequeños vigilantes del cielo: recordarnos que la seguridad en nuestras carreteras es una responsabilidad que nunca, bajo ninguna circunstancia, podemos permitirnos olvidar.