En las últimas semanas, Aragón se ha convertido en un foco de atención a nivel nacional e internacional debido al auge de la inversión en centros de datos. La noticia de la construcción de un centro de datos de hiperescala en Villanueva de Gállego, un municipio con menos de 5.000 habitantes que contará con tres, ha acaparado los titulares.
Este ambicioso proyecto, que contará con una inversión de 3.200 millones de euros, es solo uno de los muchos que están transformando el paisaje industrial de la región. Aunque este desarrollo ofrece ciertas ventajas, no está exento de críticas y desafíos.
MODELO
Uno de los mayores atractivos de los centros de datos en Aragón es el impacto económico que generan. La construcción de instalaciones de gran escala, como la de Villanueva de Gállego, promete una importante inyección económica.
La inversión directa de 3.200 millones de euros no solo beneficiará a las grandes empresas involucradas, sino que también generará miles de empleos directos e indirectos. Se espera que a pleno rendimiento, el complejo cree 520 puestos de trabajo permanentes, además de miles de empleos temporales durante la construcción.
Esta cifra se suma a los 1.200 trabajadores previstos durante los tres primeros años de obra, lo que da cuenta del volumen de la inversión. Además de los empleos, estos proyectos tendrán un impacto directo en el Producto Interior Bruto (PIB) aragonés.
Según el presidente del Gobierno de Aragón, Jorge Azcón, la aportación al PIB de esta inversión será cercana a los 1.800 millones de euros en un plazo de diez años. Esto, sumado a una huella fiscal de 56,5 millones de euros, implica que los recursos generados por los centros de datos se canalizarán en gran parte hacia los servicios públicos y la mejora de la infraestructura local.
TRANSICIÓN ECOLÓGICA
Otro de los grandes atractivos de estos proyectos es su enfoque hacia la sostenibilidad. La nueva infraestructura de Villanueva de Gállego está diseñada con un parque ecoindustrial, que incluirá instalaciones de generación de energía renovable local, como eólica y fotovoltaica.

Además, se utilizarán sistemas de almacenamiento de energía y refrigeración de circuito cerrado para minimizar la demanda de recursos hídricos. En un contexto de cambio climático y con los objetivos de la neutralidad climática marcados en la agenda europea, este enfoque resulta fundamental. No obstante, el modelo de desarrollo presentado plantea dudas sobre su eficacia real en términos de sostenibilidad.
A pesar de las promesas de energías renovables, la construcción de centros de datos a gran escala sigue siendo un proceso que consume ingentes cantidades de energía y agua. Además, el uso intensivo de servidores para procesar datos masivos podría generar una huella de carbono significativa, especialmente si la electricidad utilizada no proviene en su totalidad de fuentes renovables.
Esto pone en entredicho la verdadera capacidad de estos centros para contribuir a una economía baja en emisiones.
IMPACTO
Villanueva de Gállego es un claro ejemplo de cómo el modelo de desarrollo basado en centros de datos puede transformar a las comunidades rurales. Con una población de menos de 5.000 habitantes, el municipio acogerá tres proyectos de dimensiones desmesuradas. Si bien la creación de empleos es uno de los beneficios inmediatos, surge la cuestión de si estos empleos contribuirán realmente al bienestar de los residentes locales.
Aunque los puestos de trabajo directos podrían ser de gran ayuda, la alta especialización de algunos de estos empleos podría significar que muchas de las vacantes sean ocupadas por profesionales externos, lo que no siempre redundará en beneficios tangibles para la comunidad. Por otro lado, la llegada de una infraestructura de tal magnitud en una localidad pequeña puede tener efectos sobre la calidad de vida de los habitantes. Ecologistas en Acción ha mostrado su preocupación por el consumo de agua de este tipo de centros.
CONCENTRACIÓN
El crecimiento desmesurado de los centros de datos en Aragón puede verse como una respuesta a la creciente demanda global de almacenamiento y procesamiento de datos. Según un informe de la Asociación Española de Data Centers que preside Begoña Villacís, se espera que la demanda de centros de datos en España crezca un 90% hasta 2028, impulsada por la digitalización, la adopción de la inteligencia artificial y el auge de las tecnologías emergentes.
Este panorama con riesgo de burbuja coloca a Aragón como una región clave en la industria digital, pero también plantea interrogantes sobre el modelo de desarrollo económico de la región. La concentración de inversión en el sector tecnológico, centrado en infraestructuras de datos, podría generar una dependencia de un sector que, si bien en auge, puede resultar vulnerable a cambios económicos globales o fluctuaciones en la demanda.
DESAFÍOS
A pesar de las ventajas económicas, la proliferación de centros de datos en Aragón plantea serias preguntas sobre la sostenibilidad del modelo a largo plazo. La masificación de estos proyectos en una región con una infraestructura limitada podría poner en riesgo el equilibrio territorial, agravar la concentración del poder económico en pocas manos y agudizar las desigualdades sociales y regionales.
Además, aunque las promesas de sostenibilidad son bien recibidas, no se puede ignorar el hecho de que la gran mayoría de estos centros requieren grandes cantidades de energía para su funcionamiento, lo que podría generar un impacto ambiental significativo si no se gestiona adecuadamente.