Proteger tu identidad en el vasto universo digital se ha convertido en una carrera de fondo que muchos creen perdida de antemano. Nos repetimos como un mantra que debemos usar contraseñas complejas, pero según Jorge Asís, especialista en fraudes digitales, los ciberdelincuentes buscan constantemente nuevas formas de vulnerar nuestra privacidad y ya han superado esa barrera. Este experto de 41 años nos advierte que el verdadero peligro no está donde miramos. ¿Y si la solución estuviera en un gesto sorprendentemente sencillo?
La afirmación de Asís resuena con una lógica aplastante: «Es más simple de lo que parece, pero…». Ese «pero» esconde el matiz que lo cambia todo y redefine nuestra estrategia para cuidar la identidad digital. Lejos de fórmulas mágicas o programas carísimos, la clave para proteger nuestra información personal reside en un cambio de mentalidad que debemos adoptar cuanto antes. Una pequeña acción que, sin embargo, la gran mayoría de nosotros ignora por completo en su día a día.
¿POR QUÉ TU CONTRASEÑA YA NO ES SUFICIENTE?
Creer que una combinación de mayúsculas, minúsculas y símbolos es un muro infranqueable es, quizás, el primer error de un guion que se repite demasiado. El problema ya no es solo la fortaleza de una clave, sino la fragilidad del sistema que la rodea y cómo esta puede comprometer tu identidad online. A diario, las filtraciones masivas de datos exponen millones de credenciales en la red oscura, dejando nuestras contraseñas, por muy robustas que sean, a la venta al mejor postor.
La tecnología ha avanzado en dos direcciones opuestas. Por un lado, tenemos gestores que crean y almacenan claves casi perfectas, pero por otro, los atacantes usan inteligencia artificial para descifrarlas o, más fácil aún, para engañarnos. Proteger nuestra identidad hoy exige ir un paso por delante de ellos. Por eso, la autenticación de dos factores se ha vuelto un estándar mínimo de seguridad, aunque ni siquiera este método es infalible si no se complementa con una vigilancia activa.
EL ESPEJISMO DE LA SEGURIDAD: ERRORES QUE COMETES A DIARIO
Nadie está libre de culpa cuando se trata de malos hábitos digitales. La comodidad a menudo le gana la partida a la prudencia, y es en esas pequeñas concesiones donde los ciberdelincuentes encuentran su puerta de entrada. ¿Quién no ha usado la misma contraseña para varios servicios? Ese gesto, aparentemente inofensivo, es el primer hilo del que tiran para desmadejar por completo tu identidad digital y convertir una brecha de seguridad en una página secundaria en un acceso total a tu vida digital.
El peligro, además, no solo reside en lo que hacemos, sino en lo que omitimos. Conectarse a una red wifi pública sin las debidas precauciones o aceptar sin leer los permisos que solicita una nueva aplicación son acciones que comprometen nuestra identidad silenciosamente. Pensamos que no tenemos nada que ocultar, pero cada dato que cedemos construye un perfil detallado que puede ser usado para la suplantación o para orquestar estafas personalizadas con un realismo aterrador.
EL «TRUCO» DE ASÍS: LA BARRERA QUE LOS HACKERS NO ESPERAN

Aquí es donde la revelación de Jorge Asís cobra todo su sentido y nos ofrece una herramienta de un poder inesperado. Su consejo se aleja de la complejidad técnica y se centra en un concepto clave: la compartimentación de nuestra identidad. ¿La solución? Dejar de usar tu correo electrónico principal para registrarte en cada nuevo servicio o aplicación. En su lugar, crear alias o direcciones de correo secundarias para cada plataforma online aísla el riesgo de forma radical.
Puede sonar a un esfuerzo titánico, pero los servicios de correo actuales facilitan enormemente esta tarea. Imagina que una web donde te registraste con un alias sufre una filtración; los atacantes solo obtendrán una dirección de correo que no usas en ningún otro sitio, un callejón sin salida. Esta estrategia de diversificación para proteger tu identidad es brillante porque limita el daño potencial a un único punto y te permite saber exactamente qué servicio ha fallado en proteger tus datos.
MÁS ALLÁ DEL CANDADO: PEQUEÑOS GESTOS, GRANDES ESCUDOS
Esta barrera de los correos electrónicos es el pilar, pero se debe rodear de otros hábitos que refuercen nuestra fortaleza digital. Uno de los más olvidados es revisar periódicamente los permisos que hemos concedido a las aplicaciones de nuestro móvil. Muchas de ellas acceden a contactos, micrófono o ubicación sin necesidad, recopilando información que puede comprometer tu identidad. Por ello, auditar y revocar accesos innecesarios es un gesto de higiene digital que reduce drásticamente tu exposición.
La proactividad es, en definitiva, el mejor antivirus. Mantener el software de tus dispositivos siempre actualizado cierra agujeros de seguridad que los delincuentes explotan sin piedad. Del mismo modo, cultivar un sano escepticismo ante correos y mensajes inesperados es fundamental para proteger tu identidad de los ataques de suplantación. Antes de hacer clic, respira hondo porque la mayoría de los fraudes exitosos se basan en la ingeniería social para manipular nuestras emociones y nuestra confianza.
RECUPERAR EL CONTROL: ¿ES POSIBLE BORRAR TU HUELLA DIGITAL?

Una vez que nuestra información ha sido expuesta, la pregunta sobre si podemos borrar nuestro rastro se vuelve inevitable y, a menudo, frustrante. La realidad es que eliminar por completo nuestra huella digital es una tarea casi imposible, un eco que persiste en servidores y bases de datos repartidas por el mundo. Esta permanencia nos obliga a ser aún más cuidadosos con la identidad que construimos, pues cada publicación en redes sociales o cada registro en una web contribuye a un perfil que escapa a nuestro control.
Quizás el objetivo final no sea desaparecer, sino aprender a navegar con conciencia. Gestionar nuestra identidad digital no es una meta que se alcanza, sino un proceso continuo de adaptación y aprendizaje en un entorno que cambia a una velocidad de vértigo. Asumir la responsabilidad de nuestros datos, aplicar métodos como el de Asís y ser ciudadanos digitales críticos es, en última instancia, la única forma de recuperar una parte del control. Porque en este nuevo mundo, la verdadera seguridad no reside en la invisibilidad, sino en la gestión inteligente de nuestra visibilidad.