El próximo fin de semana, Galicia volverá a ser testigo de una de esas reuniones que, entre lo simbólico y lo privado, definen la biografía más íntima de Juan Carlos I. En Sanxenxo, donde el mar y la discreción son parte del paisaje, el rey emérito prepara un encuentro muy especial. Una cita que no solo se entiende como un festejo, sino como un guiño a la tradición que lo ha acompañado durante décadas.
Lejos de los grandes protocolos, y con la naturalidad que lo caracteriza en su círculo de confianza, Juan Carlos I planea celebrar un evento que tiene como escenario una batea de mejillones, uno de los símbolos más auténticos de Galicia. Será un momento de camaradería, gastronomía y confidencias, cargado de significados personales y de señales sobre el presente de quien, a pesar de la distancia oficial, sigue ocupando un lugar clave en la historia reciente de nuestro país.
4Sanxenxo: el refugio del rey emérito

Sanxenxo se ha convertido en mucho más que un puerto deportivo para el monarca. Allí, Juan Carlos I ha encontrado un espacio donde la discreción y el afecto conviven sin tensiones. El Real Club Náutico, presidido por Pedro Campos, es ya una extensión de su vida social y deportiva. Es el lugar donde se siente protegido, donde el calor de la comunidad gallega se convierte en una barrera frente al ruido mediático.
En cada visita, el rey emérito refuerza la relación con un entorno que lo trata sin formalidades, valorando más al navegante que al exjefe de Estado. La Galicia marinera lo recibe como a un vecino más, lo que explica por qué cada encuentro en Sanxenxo se percibe como una celebración genuina, sin el corsé de los actos oficiales.