Existen confesiones que acrecientan los puntos de no retorno y provocan tormentas ningunas pueden detener en ‘La Promesa’. La familia Luján, con el peso de su serio apellido y con la fragilidad de su reputación, es atrapada en uno de estos momentos difíciles. La confesión de Catalina de su venganza hacia el barón de Valladares, lejos de cerrar viejas heridas, provoca una raja que amenaza con dividir a todos. Un acto de justicia para ella es, sin embargo, un problema habitado por una dimensión enorme para los suyos, quienes deben saber gestionar la jauría pública que proviene de un secreto muy rodeado de peligrosa.
3DECISIONES QUE MARCAN DESTINOS

No todo el mundo encuentra en el amor una cuestión y un porvenir inmediato; hay quiebras en las vidas de personas que deben decidir. Toño, muy ilusionado con su relación con Enora, empieza a imaginar un futuro conyugal; tiene el corazón dando tumbos, pero ella, más cautelosa, le pide tiempo para asimilar la brutalidad de lo que está ocurriendo. La precaución de Enora es opuesta a la impaciencia de Toño, pues existe un sueño que se ha quedado suspendido en un lugar donde nadie sabe si compartido o no.
Paralelamente a la inquietud de Toño, Vera pasa por una tragedia: al cansarse de caciquear las miradas que la señalan por su historia, decide romper con Lope; su decisión es la de no ser testimonio de un amor, un grito de dignidad dado ante una carga insoportable que nos quiere perpetuamente en el sitio de ser observados. El corte es absoluto, pero necesario para que ella recupere la paz tan deseada.
Estas distintas decisiones personales en ‘La Promesa’, aparentemente ajenas al asunto principal, van conformando un retrato familiar y colectivo en un determinado contexto social, y al final cada uno de los trocitos, cada una de las fricciones, cada salida y cada reconciliación va entrelazándose de manera que resulta en un conjunto de emociones capaces de sostener —o derrumbar— el marquesado.