viernes, 12 septiembre 2025

El ‘impuesto a la muerte’ que casi nadie conoce: el sablazo de la plusvalía municipal que ahoga a los herederos incluso si venden la casa con pérdidas

El impuesto que ignora la realidad: cómo los ayuntamientos exigen pagar por una ganancia que, en muchos casos, nunca ha existido. Una sentencia clave del Tribunal Constitucional cambió las reglas del juego, una baza que muchos herederos desconocen y que podría ahorrarles miles de euros.

Cuando los herederos reciben el patrimonio familiar, el duelo se mezcla con un laberinto de papeleo y obligaciones fiscales que a menudo desconocen. Pero entre todos los trámites, existe un ‘impuesto a la muerte’ especialmente doloroso, la plusvalía municipal. Es un tributo que puede convertirse en una auténtica pesadilla, ya que en ocasiones los ayuntamientos exigen su pago incluso cuando la vivienda se ha vendido por menos dinero del que valía, una situación que desafía toda lógica económica y emocional.

La sorpresa se convierte en indignación al descubrir la trampa de este impuesto, una carga que muchos herederos no esperan tras recibir una herencia. La sensación de injusticia es profunda, porque ¿cómo es posible que la administración te reclame dinero por un beneficio que no has obtenido? Este sablazo fiscal ha llevado a miles de familias a los tribunales, y la respuesta de la justicia ha sido clara, aunque la ley ahora protege a los ciudadanos en estos casos pero muchos ayuntamientos siguen intentando cobrarlo.

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¿QUÉ ES EXACTAMENTE ESTE ‘IMPUESTO A LA MUERTE’?

No, no se trata del conocido Impuesto de Sucesiones. Esto es algo completamente distinto y, a menudo, más confuso.
No, no se trata del conocido Impuesto de Sucesiones. Esto es algo completamente distinto y, a menudo, más confuso. Fuente Freepik.

Este tributo, cuyo nombre técnico es Impuesto sobre el Incremento de Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana (IIVTNU), grava la supuesta revalorización que experimenta el suelo de una propiedad desde que se compró hasta que se transmite. Es decir, el ayuntamiento asume que el terreno donde se asienta la casa heredada vale más ahora que cuando se adquirió, y los sucesores deben pagar un porcentaje de esa ganancia teórica al recibir el legado familiar, ya sea por herencia, donación o compraventa.

El problema es que es un impuesto municipal, por lo que cada ayuntamiento tiene potestad para regularlo, lo que genera un caos de normativas y porcentajes distintos en cada localidad. A menudo, los herederos lo confunden con el Impuesto de Sucesiones, que es autonómico y grava el patrimonio total recibido. Sin embargo, la plusvalía se centra exclusivamente en el valor del suelo de los inmuebles urbanos, y la liquidación de este impuesto es un trámite obligatorio al formalizar la transmisión de la propiedad.

EL CÁLCULO QUE DESATA LA TORMENTA

Durante décadas, el método para calcular este impuesto era una fórmula matemática ciega que ignoraba por completo el mercado inmobiliario real. La administración aplicaba unos coeficientes sobre el valor catastral del suelo, sin importar si el precio de la vivienda había subido, se había estancado o, como ocurrió tras la crisis de 2008, se había desplomado. El resultado de esta fórmula matemática siempre arrojaba una ganancia ficticia que obligaba a los herederos a pagar sí o sí.

Esta fórmula abstracta daba por hecho que el valor de un terreno urbano siempre aumentaba con el paso del tiempo, una presunción que se demostró totalmente falsa. Miles de herederos se vieron en la kafkiana situación de vender una propiedad por debajo de su valor de adquisición y, aun así, recibir una carta del consistorio exigiéndoles un pago por un beneficio inexistente. Esta injusticia manifiesta convirtió el impuesto en una auténtica confiscación para quienes recibían un patrimonio heredado en apuros.

CUANDO VENDER LA CASA FAMILIAR SE CONVIERTE EN UNA PESADILLA

La teoría choca frontalmente con la cruda realidad del mercado inmobiliario y el componente emocional de una herencia.
La teoría choca frontalmente con la cruda realidad del mercado inmobiliario y el componente emocional de una herencia. Fuente Freepik.

La carga emocional de gestionar el legado de un ser querido ya es suficientemente dura como para añadirle una batalla administrativa injusta. Para muchos herederos, la vivienda familiar no es solo un activo, sino un lugar lleno de recuerdos. Tener que venderla, a menudo por necesidad, y encima ser penalizado con un impuesto por una ganancia fantasma, genera una sensación de impotencia y rabia. Este escenario convierte el acto de aceptar la herencia en una fuente de estrés financiero y emocional inesperado.

Imagina que heredas el piso donde creciste, valorado en 200.000 euros en la escritura de herencia, pero el mercado te obliga a venderlo por 180.000 euros. Has perdido 20.000 euros, pero el ayuntamiento, aplicando su antigua fórmula, te reclama 4.000 euros de plusvalía. Esta situación, vivida por incontables herederos, ha provocado que muchas familias se vean ahogadas por deudas al no poder afrontar este pago inesperado, sintiéndose estafadas por la propia administración.

LA REBELIÓN EN LOS TRIBUNALES: LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL

La avalancha de reclamaciones de ciudadanos indignados llegó hasta las más altas instancias judiciales, que finalmente pusieron freno a este abuso. El Tribunal Constitucional, en una sentencia histórica de 2017, declaró que era inconstitucional y nulo cobrar la plusvalía municipal cuando no había existido un incremento real del valor del terreno. Este fallo fue un balón de oxígeno para miles de herederos, ya que la justicia estableció que no se puede obligar a un contribuyente a pagar por una riqueza que no es real.

Esta doctrina judicial supuso un antes y un después, obligando al Gobierno a reformar la ley. La sentencia dejó claro un principio básico de justicia tributaria: si no hay ganancia, no hay impuesto. A raíz de aquello, se abrieron dos vías para calcular el impuesto, permitiendo a los herederos elegir la que más les beneficie o, directamente, demostrar que no hubo beneficio. Sin embargo, la clave es que la carga de la prueba recae sobre el ciudadano, que debe demostrar con documentos que vendió con pérdidas.

¿Y AHORA QUÉ? CÓMO PUEDEN DEFENDERSE LOS HEREDEROS

Saber que tienes la ley de tu parte es el primer paso, pero es fundamental saber cómo actuar para evitar el pago o reclamar lo indebidamente cobrado.
Saber que tienes la ley de tu parte es el primer paso, pero es fundamental saber cómo actuar para evitar el pago o reclamar lo indebidamente cobrado. Fuente Freepik.

Si recibes una liquidación de plusvalía y has vendido la propiedad heredada sin obtener beneficios, el primer paso es recopilar toda la documentación que lo acredite. Las escrituras son tus mejores aliadas: la de compra original, la de aceptación de la herencia y la de venta final. Con estos documentos, se puede demostrar de forma fehaciente que el valor de transmisión fue inferior al de adquisición, y por tanto, no hubo ganancia. Para los herederos, presentar un recurso bien fundamentado ante el ayuntamiento es el camino para anular la liquidación.

No se trata de no pagar impuestos, sino de pagar lo que es justo y legal. El cambio normativo protege a los ciudadanos de una práctica que era a todas luces confiscatoria. Si el ayuntamiento insiste, no hay que tener miedo de acudir a la vía judicial, donde las probabilidades de ganar son altísimas si se puede demostrar la pérdida. En definitiva, los herederos ya no están indefensos ante este sablazo, y defender sus derechos es crucial para proteger el caudal hereditario y honrar el esfuerzo de sus antepasados.


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