viernes, 12 septiembre 2025

Sandra Dedil (29), guía turística «Conduje 2 horas por una carretera de curvas en Tenerife para llegar a la aldea ‘perdida’ que parece Machu Picchu»

La carretera hacia el Caserío de Masca en Tenerife es una experiencia en sí misma, un recorrido de dos horas por curvas vertiginosas que forma parte de la aventura. El increíble parecido de Masca con Machu Picchu no es solo visual, sino que reside en la sensación de aislamiento y descubrimiento de una aldea perdida en el tiempo.

Hay lugares en Tenerife que te cambian la perspectiva para siempre, rincones que no aparecen en las portadas de las guías y que guardan una magia ancestral. Lo sabe bien Sandra Dedil, una guía turística de 29 años que se lanzó a la aventura siguiendo una corazonada. Su experiencia redefine lo que significa explorar, ya que según sus propias palabras, la llevó a una aldea perdida que parece Machu Picchu después de conducir durante dos horas por una carretera de infarto. ¿Te atreverías a seguir sus pasos?

El viaje fue un desafío que puso a prueba sus nervios y su destreza al volante, pero la recompensa superó cualquier expectativa que pudiera tener. La joven confiesa que el sinuoso recorrido es parte indispensable de la magia del lugar antes de descubrir el secreto que aguarda en este rincón de la isla. Lo que encontró al final del camino no fue solo un pueblo, sino una estampa que se grabó a fuego en su memoria y que ahora comparte para inspirar a otros viajeros intrépidos.

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TENERIFE CARRETERA: LA PROMESA DE UN VIAJE EN EL TIEMPO

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Sandra Dedil describe el trayecto como una danza hipnótica con el precipicio, una inmersión total en la geografía más salvaje de la isla. A medida que avanzas, cada curva desvela un paisaje volcánico más impresionante que el anterior y te va preparando mentalmente para lo que estás a punto de presenciar. Es una sensación que mezcla el vértigo con una emoción creciente, casi adictiva, que te empuja a seguir adelante.

Es una desconexión total del mundo moderno que te envuelve sin que te des cuenta, un reseteo forzoso que empieza en cuanto tomas el primer desvío. De repente, la cobertura móvil desaparece y solo quedas tú frente a la inmensidad de la montaña, mientras te adentras en uno de los tesoros mejor guardados de todo Tenerife. Te sientes como un explorador de otra época a punto de hacer un descubrimiento histórico.

¿UN MACHU PICCHU EN PLENO ATLÁNTICO?

Al llegar y contemplar la panorámica por primera vez, la imagen te golpea con la fuerza de una revelación que te deja sin aliento. De verdad, las casas parecen colgar milagrosamente de las afiladas crestas del barranco como si estuvieran desafiando a las mismísimas leyes de la gravedad. Es una arquitectura imposible que se funde con la roca, creando una estampa que parece sacada de un sueño o una película de aventuras.

Pero la similitud va mucho más allá del impacto visual, se trata de una conexión más profunda que solo entiendes cuando estás allí. Sandra nos recuerda que, más allá del parecido estético, la sensación de aislamiento y de haber descubierto algo único es idéntica a la que se experimenta en la maravilla peruana aquí en Tenerife. Es la certeza de estar en un lugar especial, tocado por una energía que el tiempo no ha conseguido erosionar.

LA CARRETERA QUE PONE A PRUEBA A LOS VALIENTES

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Hablamos de kilómetros y kilómetros de un asfalto inverosímil, estrecho y salpicado de giros que desafían toda lógica, con el abismo como copiloto. En este tramo, la pericia al volante es tan importante como la capacidad de asombro para no acabar distrayéndose con unas vistas que cortan la respiración a cada instante. Es un reto constante que exige tu máxima concentración, pero que te recompensa con creces.

Para Dedil, esta dificultad inherente del camino es en realidad un filtro natural, una especie de guardián que protege la esencia del lugar. Este desafío garantiza que solo quienes de verdad anhelan descubrirlo llegan hasta el destino final, lo que permite preservar su autenticidad casi intacta en Tenerife. Es un peaje emocional que asegura que el pueblo no se convierta en un simple parque temático para turistas.

MÁS ALLÁ DE LA FOTOGRAFÍA: EL ALMA DE MASCA

Pasear sin rumbo por sus callejuelas empedradas es como escuchar un susurro que viaja desde el pasado, una invitación a bajar el ritmo y simplemente sentir. De pronto, el silencio solo se rompe por el sonido del viento entre las palmeras centenarias y el eco de antiguas leyendas de piratas en Tenerife. El tiempo aquí parece moverse a una velocidad distinta, más lenta, más humana, más real.

Sandra insiste en que lo verdaderamente mágico es sentarse en un banco y tratar de imaginar la vida de sus antiguos habitantes. En ese momento comprendes la increíble resiliencia de un pueblo que eligió un lugar imposible para vivir y que, contra todo pronóstico, consiguió convertirlo en su hogar. Es una lección de vida, una historia de supervivencia y amor a la tierra que te cala hasta los huesos.

TENERIFE CARRETERA DEL REGRESO: UNA MEMORIA GRABADA A FUEGO

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Conducir de nuevo por esas curvas imposibles te hace sentir diferente, porque la incertidumbre ha desaparecido para dar paso a la certeza de haber vivido algo extraordinario. Ya no eres el mismo, ya no buscas un destino, sino que te llevas contigo un tesoro intangible que muy pocos han tenido la inmensa suerte de encontrar. El paisaje, ahora, parece despedirte con honores mientras te alejas.

Masca no es solo un punto perdido en el mapa de Tenerife, es una cicatriz que se queda para siempre en la memoria de quien se atreve a descubrirlo. Sandra Dedil lo resume a la perfección cuando asegura que allí no solo encontró un pueblo de postal, sino que se encontró a sí misma en un lugar donde el mundo se detiene por un instante para recordarte lo que de verdad importa en la vida.


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