A menudo, las comparaciones entre las realezas europeas se convierten en objeto de debate público. No solo generan interés sus actos oficiales o el papel institucional que desempeñan, sino también los detalles menos visibles: cuánto trabajan, en qué se enfocan sus agendas y, por supuesto, cuánto ganan por representar a la Corona.
El contraste resulta aún más evidente cuando analizamos a varias de las figuras más reconocidas: la reina Letizia de España, la reina Máxima de los Países Bajos, la reina Mary de Dinamarca y Kate Middleton, princesa de Gales. Sus agendas, sus responsabilidades y sus sueldos permiten trazar un mapa singular sobre cómo cada país concibe a su realeza en el siglo XXI.
4Los símbolos y la percepción pública

El trabajo de una reina no puede medirse únicamente en cifras de actos o sueldos, también importa la percepción social que generan. En España, Letizia ha consolidado una imagen de compromiso y cercanía. Aunque no está exenta de críticas, su implicación en causas sociales y su estilo sobrio le han permitido conectar con gran parte de la población.
Máxima, en cambio, es percibida como una reina más cosmopolita y carismática. Su origen argentino y su perfil internacional le otorgan un aire diferente, valorado tanto en su país de adopción como en los foros internacionales. Sin embargo, sus elevados ingresos han sido objeto de debates en los Países Bajos, donde algunos sectores reclaman mayor austeridad.
En Dinamarca, Mary todavía está en proceso de consolidar su imagen como reina. Las primeras polémicas por sus vacaciones se han ido disipando, pero los ciudadanos esperan de ella una actitud más activa y un discurso cercano. Su reto es lograr que la monarquía mantenga la confianza en un contexto en el que las instituciones públicas están bajo constante escrutinio.
Por su parte, Kate Middleton genera un gran interés mediático. Su historia personal, marcada por la enfermedad y la recuperación, ha despertado simpatías. La opinión pública británica la percibe como un pilar fundamental para el futuro de la monarquía junto al príncipe Guillermo, aunque el debate sobre el coste del Sovereign Grant sigue abierto en la sociedad.