A menudo, las comparaciones entre las realezas europeas se convierten en objeto de debate público. No solo generan interés sus actos oficiales o el papel institucional que desempeñan, sino también los detalles menos visibles: cuánto trabajan, en qué se enfocan sus agendas y, por supuesto, cuánto ganan por representar a la Corona.
El contraste resulta aún más evidente cuando analizamos a varias de las figuras más reconocidas: la reina Letizia de España, la reina Máxima de los Países Bajos, la reina Mary de Dinamarca y Kate Middleton, princesa de Gales. Sus agendas, sus responsabilidades y sus sueldos permiten trazar un mapa singular sobre cómo cada país concibe a su realeza en el siglo XXI.
3Diferentes responsabilidades, distintas coronas

Las reinas europeas no solo se diferencian en sus sueldos o en la cantidad de actos que presiden, sino también en el tipo de compromisos que asumen.
Doña Letizia ha orientado su papel hacia cuestiones sociales con gran impacto en la ciudadanía. Ha impulsado proyectos vinculados a la investigación en enfermedades raras, la salud infantil y la educación inclusiva. En muchos casos, su implicación va más allá de la representación formal, ya que mantiene contacto directo con colectivos afectados.
La reina Máxima, en cambio, se ha consolidado como una figura global. Además de su agenda en los Países Bajos, trabaja como defensora especial de Naciones Unidas en temas de inclusión financiera. Su presencia en el G20, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional ha fortalecido su imagen como una consorte que trasciende las fronteras nacionales.
La reina Mary, tras su proclamación en 2024, se enfrentó a críticas cuando ella y Federico tomaron largas vacaciones que no fueron bien vistas por la ciudadanía danesa. Este 2025, ambos buscan dar un giro a su imagen, priorizando actos oficiales que muestren compromiso y una monarquía adaptada a los tiempos.
En cuanto a Kate Middleton, su agenda se vio seriamente afectada en 2024 por el cáncer que padeció. Tras su recuperación, ha retomado progresivamente sus compromisos. Este verano ha tenido un matiz especial, ya que los príncipes de Gales retomaron la tradición de pasar parte de sus vacaciones en Balmoral, lugar emblemático para la difunta reina Isabel II.