jueves, 11 septiembre 2025

Diego Soler (29), guía turístico, resalta: «Pagas 5 euros para entrar en una casa de Ronda y descubres una mina secreta que baja hasta el fondo del Tajo»

Uno de los monumentos más visitados de España esconde una puerta a un mundo subterráneo que muy pocos conocen. La increíble historia de supervivencia tras los muros de una de las casas más famosas de la ciudad del Tajo.

Hay lugares que crees conocer de memoria, y Ronda es uno de ellos. Llegas, te asomas al Puente Nuevo, sientes ese vértigo delicioso y piensas que ya has capturado su esencia, pero lo cierto es que bajo esa estampa de postal existe un secreto bajo sus pies que cambia por completo la percepción de la ciudad. ¿Y si te dijera que una de sus casas más señoriales no es lo que parece?

La mayoría de los viajeros siguen la ruta marcada, fotografiando las mismas vistas y admirando las fachadas encaladas de este rincón de Málaga. Sin embargo, pocos se atreven a cruzar el umbral de una puerta que promete mucho más que un patio bonito, porque la casa esconde un vertiginoso viaje a las entrañas del famoso Tajo. Es una experiencia que transforma una simple visita en una auténtica aventura.

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¿UNA CASA O UNA FORTALEZA? EL SECRETO MEJOR GUARDADO DEL REY MORO

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A primera vista, la Casa del Rey Moro es una bella construcción palaciega del siglo XVIII con unos jardines de ensueño que se asoman al precipicio. Es fácil quedarse embelesado con sus azulejos y fuentes, pero el verdadero tesoro de este lugar no está a la vista, ya que su verdadero valor residía en el acceso estratégico a un recurso vital: el agua. Lo que parece un simple capricho burgués es en realidad la tapa de un cofre lleno de historia.

Imagina la vida en la joya de la serranía durante la época de la Reconquista, con asedios constantes y la necesidad de resistir a toda costa. El agua era el bien más preciado, y quien controlaba el acceso al río Guadalevín, tenía la llave de la supervivencia, pues esta mina era el auténtico cordón umbilical que mantuvo con vida a la ciudad durante los peores momentos. Este no era un palacio para el recreo, era un bastión inexpugnable.

EL DESCENSO A LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA: 231 ESCALONES HACIA EL GUADALEVÍN

De repente, el sol de Andalucía desaparece y te sumerges en una penumbra húmeda y fresca que huele a roca milenaria. Comienzas a bajar y la escalera parece no tener fin, con la única luz de unas bombillas que salpican la oscuridad, porque cada uno de los doscientos treinta y un escalones fue tallado a mano directamente en la piedra viva del acantilado. Este no es un simple paseo; es un viaje físico y sensorial a otro tiempo que pone a prueba tus piernas y tu asombro.

A medida que desciendes, el murmullo del río se convierte en un eco potente que te envuelve y te guía. Sientes el peso de la historia en cada peldaño, imaginando el trasiego de hombres y mujeres que recorrieron este mismo camino hace siglos, ya que el esfuerzo de la bajada se ve recompensado con la visión de las aguas cristalinas del Guadalevín desde una perspectiva única. Es una experiencia en esta escapada a la serranía de Ronda que te conecta de forma brutal con el ingenio humano.

HISTORIAS DE ESCLAVOS Y AGUADORES: ¿QUIÉN CONSTRUYÓ ESTA MARAVILLA?

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La leyenda cuenta que esta obra titánica fue construida por esclavos cristianos, que formaban cadenas humanas para subir los odres de cuero llenos de agua desde el fondo del Tajo hasta la ciudad. Para que te hagas una idea, el esfuerzo de los aguadores era tan inhumano que su esperanza de vida era extremadamente corta. Al bajar, es imposible no pensar en las miles de vidas que se sacrificaron en estas mismas escaleras por la supervivencia de Ronda.

Más allá de la leyenda, lo que sí es seguro es que esta mina es una obra maestra de la ingeniería nazarí. No era solo una escalera; era un complejo sistema defensivo con estancias excavadas en la roca, como la Sala de los Secretos o la Sala de Armas, porque su diseño permitía no solo la captación de agua sino también una posible vía de escape secreta en caso de que la ciudad cayera. No es moco de pavo lo que idearon aquí.

MÁS ALLÁ DE LA MINA: LOS JARDINES QUE MIRAN AL VACÍO

Tras el esfuerzo de subir los 231 escalones de vuelta a la superficie, la luz del sol y el color de los jardines te reciben como una bendición. Diseñados por el paisajista francés Jean-Claude Forestier, el mismo que proyectó el Parque de María Luisa en Sevilla, estos jardines ofrecen un respiro de paz y belleza con unas vistas espectaculares del Tajo. Son el contrapunto perfecto a la oscuridad y la aspereza de la mina que acabas de explorar en Ronda.

Es aquí donde comprendes la totalidad de la experiencia de este enclave malagueño. No es solo la aventura subterránea ni la belleza de los parterres; es la simbiosis perfecta entre la naturaleza salvaje del cañón y la delicadeza del arte humano, donde la combinación de la mina, la casa y los jardines crea un relato fascinante de historia y supervivencia. Un paseo por sus calles te lleva a descubrir que Ronda es mucho más que un puente.

¿VALE LA PENA PAGAR 5 EUROS PARA BAJAR A UNA MINA EN RONDA?

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Mucha gente se pregunta si merece la pena el desembolso para «bajar unas escaleras. Pero este lugar no es una simple atracción turística, ya que por el precio de dos cafés vives un viaje en el tiempo que te cambia la perspectiva sobre la ciudad. Es una de esas pequeñas inversiones que enriquecen de verdad una escapada y te dejan un recuerdo imborrable, muy distinto al de la foto de rigor en el puente de Ronda.

Al salir de nuevo a la calle, con el eco del río aún en los oídos y el frescor de la roca en la piel, miras el Tajo con otros ojos. Ya no es solo un precipicio impresionante; es un lugar lleno de historias ocultas y de un ingenio asombroso. Entenderás por qué Ronda no es solo una de las ciudades más bonitas de España, sino también una de las más astutas y resilientes, porque es en sus entrañas donde se descubre el verdadero corazón de Ronda.


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