El sonido del despertador corta el silencio y, de pronto, el cuerpo parece pesar más de lo habitual. A muchos nos cuesta dar ese primer paso fuera de la cama y, aunque lo atribuimos a la falta de voluntad, la explicación es mucho más profunda. Levantarse con energía no siempre depende de la fuerza mental, sino de pequeños hábitos que influyen en la calidad del descanso y en la manera en que nuestro organismo se activa.
Lo cierto es que existen mecanismos internos, desde la inercia del sueño hasta los ritmos circadianos, que determinan si abrimos los ojos con vitalidad o con esa sensación de pesadez que nos acompaña durante horas. Comprender por qué ocurre esto y cómo podemos modificar ciertos hábitos puede transformar la energía de nuestras mañanas y, con ellas, el resto de la jornada.
5Ejercicio y rutinas matutinas: un impulso natural

El ejercicio es un aliado poderoso tanto para dormir mejor como para despertar con energía. La actividad física regular aumenta el tiempo de sueño profundo y REM, lo que reduce la inercia al levantarse. Durante el día, mover el cuerpo eleva la temperatura interna, mejora la circulación y prepara al organismo para alcanzar niveles de alerta óptimos al despertar.
Aunque pueda sonar contradictorio, realizar una breve rutina de movimiento al levantarse también ayuda a combatir la pesadez. No es necesario un entrenamiento intenso: basta con estiramientos, yoga suave o una caminata corta para activar el flujo sanguíneo y oxigenar el cerebro. Los especialistas desaconsejan ejercitarse con gran intensidad apenas despertar, ya que la coordinación y la fuerza muscular aún no han alcanzado su punto máximo.