miércoles, 10 septiembre 2025

‘La Promesa’: Ángela regresa débil y desorientada a palacio tras su secuestro​

La serie La Promesa continúa estableciéndose como uno de los dramas más potentes del panorama televisivo. Con cada nuevo episodio, los espectadores entrarán al universo de ciudades, de pasiones encontradas, de luchas por el poder, de variopintas emociones que no dejan indiferentes a nadie. En los últimos episodios, como bien es sabido, la trama ha alcanzado el clímax: el regreso de Ángela, tras su misterioso secuestro, la revuelta contra el marqués de Aguinaga , y la llegada del barón de Valladares, como un verdadero huracán de amenazas. Todo ello lo convierte en un cóctel de ingredientes explosivos que promete cambiar la vida del Luján y de quienes giran a su alrededor.

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EL REGRESO DE ÁNGELA DEJA HERIDAS ABIERTAS

Fuente: RTVE

La llegada de Ángela en ‘La Promesa’, después de unos días desaparecida, debería ser un motivo de tranquilidad, pero presenta ahora un nuevo tipo de inquietud. La presencia de Ángela en el palacio resulta perturbar el tiempo en el que ella había estado ausente; aparece muy débil, embelesada, incapaz de permanecer en pie, su madre y otras personas no distantes intentan dar cuenta de cómo la han encontrado, y surgen ya las primeras dudas sobre lo que realmente pasó en el tiempo que había transcurrido.


Por su parte en ‘La Promesa’, Leocadia, su madre, no tarda mucho en estallar; su dolor se va transformando, con rapidez, en rabia, la rabia va dirigida a Lorenzo, al que culpa abiertamente de lo que ha pasado; para ella el rapto no fue más que un plan muy cruel que en el tiempo que había pasado la podía haber costado la vida a su hija, la tensión con Lorenzo se intensifica y las disputas alcanzan un nivel muy alarmante que se empeñan en romper la familia.

En otro extremo del palacio, viven sentimientos de signo contrario. Simona, acompañada de Enora, muestra su alegría hacia la reconciliación con Toño, un final que parecía imposible y que al final llega para iluminar su vida. La felicidad, sin embargo, no es compartida. Vera, incapaz de arreglar sus problemas familiares, observa con tristeza el destino de su amiga, ya sabedora de que su camino sigue ganando en baches. La felicidad de los unos es el reflejo de la tristeza de los otros, que vienen a acordar que en La Promesa nada es completo ni perfecto.


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