La M-30 esconde un secreto a voces, un punto kilométrico que los agentes de movilidad y la Policía Municipal conocen con un apodo que lo dice todo: «el cajero automático». No es casualidad. Este tramo de la circunvalación madrileña se ha convertido en una auténtica máquina de expedir multas, y su ubicación estratégica es la clave de su éxito recaudatorio. ¿Pero qué lo hace tan especial? La respuesta no está solo en la velocidad, sino en un cúmulo de factores que lo convierten en la trampa perfecta.
Casi 300 conductores caen cada día en sus redes, una cifra que dispara las estadísticas y lo corona como el radar más ‘productivo’ de la capital. La sensación de injusticia es compartida por miles de afectados, ya que el diseño de la vía induce a superar el límite de velocidad sin darse cuenta. Para muchos, no es una cuestión de conducción temeraria, sino de un simple despiste en el peor lugar posible. Un despiste que, como veremos, tiene un precio muy alto en el tráfico en la capital.
¿DÓNDE ESTÁ EL RADAR MÁS TEMIDO DE MADRID?
Hablamos del radar de tramo de la M-30 situado en la calzada interior, a la altura de la avenida de la Paz, justo después del bypass norte y antes de la salida hacia la calle de Costa Rica. El pórtico de inicio se encuentra en el punto kilométrico 7,800 y el de finalización en el 10,650. Es un tramo largo, de casi tres kilómetros, que discurre por una zona de la vía donde el conductor tiende a relajarse, y es que justo ahí se encuentra el pórtico que sanciona a miles de conductores cada mes.
El verdadero ‘truco’ de este punto de la M-30 reside en su orografía. El tramo comienza tras una curva y se desarrolla en una pendiente descendente bastante pronunciada. Esta característica es fundamental para entender por qué tantos vehículos superan los 90 km/h permitidos, porque la inercia del vehículo en la pendiente hace que acelerar sea casi inevitable si no se está atento al velocímetro. Es un detalle que convierte esta parte de la principal arteria de Madrid en un verdadero dolor de cabeza.
LA MÁQUINA DE HACER DINERO: CIFRAS QUE ASUSTAN
Los números que rodean a este dispositivo son, sencillamente, abrumadores. Si hacemos un cálculo rápido, las casi 300 sanciones diarias, con una multa mínima de 100 euros por exceso de velocidad, arrojan un resultado mareante. Este tramo de la M-30 no solo es el que más multa de Madrid, sino que lo que se traduce en una recaudación diaria que puede superar los 30.000 euros. Una cifra que explica a la perfección el apodo de ‘cajero’ y que lo sitúa a años luz de cualquier otro cinemómetro de la autovía urbana.
La fuente interna de la Policía Municipal que destapó el apodo lo deja claro: «No hay otro igual». Mientras otros radares tienen picos de actividad, este es un goteo constante, una fuente de ingresos predecible y estable para las arcas municipales. Su eficacia es tan alta que, según comentan, y es que ningún otro dispositivo en la ciudad se acerca a su volumen de sanciones. La leyenda negra que rodea a este punto de la ronda de la capital está más que justificada por los datos.
NO ES MAGIA, ES TECNOLOGÍA: ASÍ FUNCIONA EL ‘CHIVATO’
A diferencia de los radares fijos que muchos conocen, este sistema de la M-30 es un radar de tramo. Esto significa que no fotografía a quien pisa el acelerador en un punto concreto. Su método es más sofisticado, ya que mide la velocidad media entre dos puntos en lugar de la instantánea. Una cámara con lector de matrículas registra la hora exacta a la que un vehículo pasa por el primer pórtico y otra hace lo mismo en el segundo. Un sistema informático calcula el tiempo empleado y, si la media supera los 90 km/h, la sanción es automática.
La gran ventaja de este sistema para la administración, y su gran ‘peligro’ para el conductor, es su implacable precisión. De nada sirve darse cuenta a mitad de camino y reducir la marcha bruscamente. El cálculo se hace sobre la totalidad del recorrido, por lo que el clásico frenazo de última hora resulta completamente inútil para evitar la multa. La única forma de no ser ‘cazado’ es mantener una velocidad legal durante todo el trayecto, un desafío cuando se trata de conducir por Madrid en este punto concreto.
¿POR QUÉ CAEMOS TODOS EN LA MISMA TRAMPA?
La explicación va más allá de un simple descuido. Existe un componente psicológico y de diseño de la vía que nos empuja al error. El tramo vigilado de la M-30 viene precedido por zonas de túneles y curvas que exigen más atención. Al salir a un tramo más recto y con pendiente descendente, el conductor tiende a relajar la concentración en el velocímetro, porque el cerebro se acostumbra a la velocidad del túnel y percibe la nueva como lenta, invitando a pisar el acelerador casi de forma inconsciente en la carretera de circunvalación.
Además, el perfil del conductor multado en esta zona no suele ser el del infractor temerario. Al contrario, la mayoría de las multas son por excesos de velocidad muy pequeños, entre 5 y 15 km/h por encima del límite. Son esos despistes de quien va inmerso en sus pensamientos, en la música o en una conversación, y deja que el coche se embale ligeramente por la propia inercia de la bajada. Un error humano que este sistema no perdona y que engorda las cifras del tráfico en la capital.
EL TRUCO (LEGAL) PARA ESQUIVAR LA MULTA SIN FRENAR DE GOLPE
La única estrategia verdaderamente efectiva para evitar la multa en este punto de la M-30 es la prevención. No se trata de estar obsesionado con el freno, sino de ser consciente de dónde empieza y acaba el tramo controlado. El uso del control de crucero, fijado a 88 o 89 km/h, es la solución tecnológica más sencilla. Para quienes prefieren un control manual, la clave es mantener una velocidad constante y ligeramente por debajo del límite en todo el tramo, utilizando el freno motor en la bajada para no ganar velocidad.
En definitiva, conocer el terreno es la mejor defensa. Saber que tras el bypass norte empieza esa cuesta abajo vigilada cambia por completo la forma de afrontar ese fragmento del cinturón de asfalto. No es una lucha contra el radar, sino una adaptación inteligente a las condiciones de la vía. La próxima vez que circules por esta zona de la M-30, recuerda el apodo del ‘cajero’ y levanta suavemente el pie del acelerador. Tu cartera, sin duda, te lo agradecerá.