En los últimos años, el ransomware se ha convertido en uno de los principales riesgos cibernéticos para empresas de todos los tamaños.
Aunque durante mucho tiempo fue visto como un problema que afectaba principalmente a grandes corporaciones, hoy en día las pequeñas y medianas empresas en España también se encuentran en el punto de mira de los ciberdelincuentes.
Su carácter silencioso y su capacidad para paralizar operaciones convierten a este tipo de ataque en un desafío crítico para el tejido económico.
Los incidentes se han multiplicado debido a la profesionalización de los grupos criminales. Plataformas que funcionan como verdaderos “servicios de ransomware” permiten a actores con poca experiencia lanzar ataques efectivos, lo que amplía el alcance y la frecuencia de este tipo de amenazas.
El resultado es que cualquier compañía, desde una pyme familiar hasta una multinacional con miles de empleados, puede convertirse en víctima de un secuestro digital.
Ransomware y el impacto en la economía española
Según datos de la consultora PwC, los ataques de ransomware crecieron más de un 50% en Europa durante 2024, con España situada entre los cinco países más afectados del continente.
El Centro Criptológico Nacional, dependiente del CNI, confirmó que sectores estratégicos como la energía, la logística y la sanidad registraron un repunte significativo de incidentes en los últimos doce meses. El efecto económico es notable: se estima que el tiempo medio de inactividad tras un ataque ronda los 21 días, lo que supone pérdidas millonarias por interrupción de operaciones.
Para las pymes, el impacto suele ser aún mayor en proporción a sus recursos. Muchas de ellas carecen de equipos internos de ciberseguridad y dependen de servicios externos que no siempre reaccionan con la rapidez necesaria.
El ransomware no solo implica el pago del rescate, sino también el coste derivado de la pérdida de productividad, la afectación a la reputación y la recuperación de sistemas dañados.
Cómo se propaga el ransomware en el tejido empresarial
Los ciberdelincuentes utilizan múltiples vectores para infiltrarse en redes corporativas. El phishing continúa siendo el más habitual, mediante correos electrónicos con enlaces o archivos maliciosos que engañan al usuario. Sin embargo, los informes de Europol y ENISA subrayan un crecimiento de ataques que aprovechan vulnerabilidades en software no actualizado y accesos remotos mal configurados.
La propagación es rápida: una vez dentro, el ransomware cifra la información crítica de la empresa y bloquea el acceso a bases de datos, correos y documentos esenciales para la actividad.
En muchos casos, los atacantes amenazan con publicar la información robada en foros de la dark web si no se atiende a sus exigencias económicas. Este doble chantaje añade presión a las víctimas y dificulta la toma de decisiones.
Ransomware y sectores críticos en España
El impacto en infraestructuras esenciales ha despertado especial preocupación. En 2023, varios hospitales en Cataluña y Madrid sufrieron interrupciones graves en sus sistemas debido a campañas de ransomware, obligando a derivar pacientes y posponer tratamientos.
El sector educativo también se ha visto golpeado, con universidades y centros de formación que perdieron semanas de actividad académica por sistemas bloqueados.
La Agencia Europea de Ciberseguridad ha advertido de que España es un objetivo recurrente para grupos como LockBit y BlackCat, dos de los colectivos más activos a nivel mundial. Estos grupos suelen escoger objetivos con baja capacidad de defensa y alta dependencia tecnológica, lo que explica por qué las pymes y las compañías del sector servicios aparecen entre las más vulnerables.
La respuesta frente al ransomware y el papel de la ciberseguridad
Ante esta amenaza, organismos como el INCIBE han intensificado sus campañas de prevención y concienciación, recordando que la mejor defensa es la combinación de tecnología y formación.
Se recomienda contar con copias de seguridad cifradas, segmentación de redes y planes de respuesta ante incidentes. Sin embargo, muchas pymes no aplican estas medidas por falta de presupuesto o desconocimiento, lo que las convierte en objetivos fáciles.
Las grandes compañías, aunque mejor preparadas, tampoco están exentas de riesgo. El ransomware se ha sofisticado hasta el punto de evadir soluciones tradicionales de seguridad.
Los informes de IBM Security destacan que el coste medio de un ataque de este tipo superó los 4,5 millones de dólares en 2024 a nivel global, cifra que incluye tanto el rescate como los daños colaterales. En España, se estima que las pérdidas totales superaron los 250 millones de euros el pasado año, una cifra que podría quedarse corta debido al subregistro de incidentes.