La noche del pasado viernes quedará grabada en la memoria de la audiencia de ¡De viernes! como una de esas veladas televisivas en las que lo inesperado se convierte en el eje de todas las emociones. El regreso de figuras como Montoya y Lydia Lozano ya prometía espectáculo, pero lo que realmente nadie esperaba era la irrupción sorpresa de Carmen Alcayde, que protagonizó uno de los momentos más emotivos y comentados de la temporada. Desde el instante en que apareció en plató, la periodista no pudo contener las lágrimas, y la razón de ese desbordamiento emocional no fue otra que el reencuentro con su antigua compañera, quien después de años de distanciamiento le concedió el gesto que tanto esperaba: su perdón. Fue una escena cargada de simbolismo, que unió la nostalgia del pasado con la fuerza del presente y que dejó al descubierto la intensidad de los vínculos que se crean tras tantos años compartiendo plató.
1La aparición de Carmen Alcayde

El programa había preparado una sorpresa para Montoya que consiguió atrapar la atención de todos los espectadores. En mitad de la escena apareció un enorme saco de patatas, bajo el cual se dejaban entrever unos tacones de mujer. El exparticipante de La isla de las tentaciones no dudó un solo segundo al ver esos detalles y afirmó con seguridad: “Reconozco esos pies morenos”. El suspense terminó cuando Carmen Alcayde emergió entre risas y lágrimas, abrazando con fuerza a Montoya en un reencuentro que recordó a los espectadores los lazos de amistad que ambos forjaron en Supervivientes. Ese abrazo, tan sincero como inesperado, fue el primer aviso de que la noche iba a estar marcada por las emociones reales y por los reencuentros que tocan el corazón del público. Carmen, visiblemente emocionada, no dudó en declarar: “Me da igual que piensen que estoy enamorada de él o que crean que soy una arrastrada, es mi amigo y le adoro, él es mi concurso y no me da vergüenza reconocerlo”. La confesión fue recibida con aplausos y dejó patente la naturalidad con la que afrontaba la situación, demostrando que en su caso la amistad está por encima de rumores o interpretaciones externas.
No obstante, ese momento fue solo la antesala de lo que vendría después. La verdadera sorpresa de la noche se produjo cuando Carmen Alcayde se dirigió a Lydia Lozano, consciente de que aún quedaban cuentas pendientes entre ellas. Durante años habían compartido complicidades, confidencias y momentos televisivos inolvidables, pero también habían vivido una separación que dolió tanto a ellas como al público que las seguía. Por eso, el instante en que Carmen se arrodilló ante Lydia, con los ojos llenos de lágrimas y la voz rota por la emoción, se convirtió en uno de los más intensos que se recuerdan en este tipo de formatos. “Esta es tu casa, nunca debiste irte, eres un animal televisivo”, expresó con un entusiasmo que desbordaba admiración y cariño. El gesto, tan teatral como honesto, fue recibido con asombro por todos los presentes, que se dieron cuenta de que estaban presenciando una reconciliación histórica.